A pesar de la mala fama que tiene la capital china por su aire contaminado, los ciudadanos se enfrentan a una amenaza aún más peligrosa.
Miles de pozos de agua subterránea se ubican alrededor y bajo la ciudad de Pekín. Y como muestra un estudio recientemente publicado, su uso excesivo provoca la desecación de la tierra bajo la urbe.
Un equipo internacional de geólogos e ingenieros de China, España y Alemania realiza sus investigaciones con tecnología de InSAR, un radar que observa los cambios en el nivel del suelo.
Llegaron a la conclusión que la capital china se hunde cada año unos 11 centímetros. El distrito moderno de Chaoyang, construido en los años 1990 y lleno de rascacielos, corre un peligro especial.
Pekín se sitúa en un valle seco que acumulaba aguas subterráneas durante milenios. Y al realizar pozos, una parte del agua desaparece provocando que el suelo se convierta en 'una esponja' seca.
Los científicos advierten que si el fenómeno continua, representa una amenaza muy seria para la urbe, que cuenta con 20 millones de habitantes.
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