Vivimos rodeados de pantallas: móviles, tablets, ordenadores, televisión… Puntos de atención que, en muchas ocasiones, nos distraen de nuestro objetivo final y ponen a prueba nuestra capacidad de concentración.
La crisis del coronavirus tampoco nos lo ha puesto fácil. Durante meses, tuvimos que quedarnos en casa y buscar actividades de distracción que nos hiciesen las horas más llevaderas. Antes del confinamiento, solo el 15% de los menores españoles usaba pantallas más de 90 minutos al día, frente al 73% durante el confinamiento, según un informe de la Universidad Miguel Hernández.
Hábitos que toca cambiar en la nueva normalidad, aunque tampoco es fácil. Muchas comunidades autónomas han apostado por un modelo semipresencial, donde se recurre al uso de dispositivos electrónicos. A los grupos confinados por la covid-19 tampoco les queda otra opción que irse a casa y seguir el curso escolar desde una pantalla. Y otra vez, los niños ponen a prueba su capacidad de concentración, reseñó La Vanguardia.
No somos multitarea
“Las pantallas no benefician la concentración porque existe una hiperestimulación. Por ejemplo, en las tabletas: vamos cambiando de una manera muy rápida y pasamos pantallas casi sin darnos cuenta. Eso no potencia la concentración. Nosotros les tenemos que enseñar a los niños que tienen que aprender, no tanto a mantener la atención, sino saber sostenerla durante un tiempo”, explica la profesora del Máster en Neuropsicología de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), María de Hontanares López.
Pensamos que estamos preparados para saltar de una página web a otra o pasar de un contenido a otro en apenas segundos. Pero no es así.
“El problema es que nos creemos que somos multitarea y nuestro cerebro no lo es. Lo que hace nuestro cerebro es pasar de una tarea a otra de una manera rápida, lo que llamamos asignaciones alternas. Por eso, tendemos a que todos los formatos sean más cortos. El problema de este cambio es que tiene un elevado coste a nivel cognitivo y eso no nos permite concentrarnos bien”, sigue De Hontanares.
Según nuestra edad, nuestra capacidad de concentración es mayor o menor. En cursos de primaria, normalmente va de 15-20 minutos. Para niveles superiores, subiría de 25 a 30 minutos. Mientras que, para los adultos, no pasamos de entre unos 35-45 minutos.
Para conseguir mantener la concentración y terminar, por ejemplo, los deberes, esta experta lanza una serie de consejos. Todos válidos para trabajar con un dispositivo electrónico o no.
“Para empezar a hacer cualquier cosa, tienes que saber qué es lo que quieres. Por eso, es muy importante que los estudiantes se planifiquen. Tenemos que enseñar a los niños a agrupar tareas similares. De manera que, cuando cambien de una a otra, ese salto conllevará menos gasto cognitivo. Además, hemos de comprobar el estado de los objetivos, revisar si estamos cumpliendo con lo establecido”, apunta la profesora de la UNIR.
Recreos para el cerebro
Entre las directrices, también está eliminar todo tipo de distracciones, como la televisión o el móvil. Además, es recomendable focalizar la atención. Aunque sean tiempos cortos, dedicar nuestros esfuerzos a una sola tarea. “De esta manera, estaríamos trabajando mucho la concentración”, asegura.
“También tenemos que dedicarle tiempo a revisar el trabajo que hemos realizado. De esta manera, cuando tengamos que hacer una tarea similar, la concentración será mayor: aprendemos a planificarla y vemos si tiene una eficiencia o no”, señala De Hontanares.
Predicar con el ejemplo es fundamental, según esta experta: “Hemos de dar ejemplo, porque así los niños verán que nosotros también podemos concentrarnos y que podemos dejar de lado los dispositivos móviles”.
Pero no todo va a ser concentrarse. Por eso, recomienda parar entre una actividad y otra: “Tenemos que hacer descansos, también conocidos como recreos para el cerebro. Son aún más beneficiosos si los acompañamos de algún desplazamiento o movimiento, y está demostrado que disminuyen el estrés y aumentan la concentración”.
Fuente: La Vanguardia
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