La Unión Europea acelera el paso para la creación de un “pasaporte sanitario” para normalizar los viajes a partir de verano. Ante la presión de los socios del sur, en especial España y Grecia, los Veintisiete acordaron en la cumbre virtual de el jueves 25 de febrero empezar a trabajar en el diseño de un certificado digital que indicará si su portador fue vacunado, tiene anticuerpos o bien dio negativo al Covid-19 en una prueba recientemente.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, advirtió de que los países “tendrán que trabajar rápido” si quieren tenerlo a punto para el verano, puesto que el desarrollo técnico de ese sistema requiere al menos tres meses. La canciller alemana, Angela Merkel, dijo que ese documento podría reactivar también los desplazamientos con países de fuera de la Unión Europea (UE).
Grecia, con más vehemencia, y España, con más paciencia, logró ejercer presión con el resto de países del sur (Italia, Chipre y Malta) para avanzar en la creación de ese pasaporte.
Las demandas de Atenas se habían redoblado desde el pasado lunes, cuando Boris Johnson dio una perspectiva de una desescalada. Y aunque esta será lenta y gradual, ese anuncio fue suficiente para que los grandes grupos aéreos y turísticos se dispararan en Bolsa al calor de la oleada de reservas que recibían desde el Reino Unido, reseñó El País.
La propuesta del pasaporte, sin embargo, despertaba recelos en Francia y Alemania, que creen que aún es pronto para lanzar la señal de que Europa puede pensar en recuperar la normalidad de inmediato.
El comunicado suscrito por los líderes, de hecho, recuerda que “la situación epidemiológica sigue siendo grave y las nuevas variantes plantean nuevos desafíos”.
“Los viajes no esenciales deben ser restringidos, pero las medidas han de ser proporcionales”, afirmó el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
Sin embargo, fuentes comunitarias explican que durante la reunión se colocó de manifiesto el “creciente apoyo” a sacar adelante un certificado digital que algunos socios han considerado incluso útil para ir recuperando la vida social dentro de los países.
Los Veintisiete no han cerrado definitivamente la creación del certificado, pero Merkel expresó en su rueda de prensa posterior al Consejo el consenso que finalmente generó esa propuesta.
“Todo el mundo estuvo de acuerdo con que necesitamos un certificado digital de vacunación”, aseguró en Berlín.
Von der Leyen, más prudente, no ha querido adelantarse a la decisión que adopten los socios de la UE, pero apuntó hacia la misma dirección al recordar que compañías como Google o Apple están ofreciendo ya sus propios certificados al mercado. “Es importante tener una solución europea”, destacó.
Bruselas también quiere evitar otra fractura interna, después de que Austria y Grecia amaguen con aplicar esa medida de forma unilateral. No obstante, la jefa del Ejecutivo comunitario recordó que todavía deben dilucidarse algunas cuestiones.
En el ámbito político, algunos socios temen que ese certificado pueda crear discriminaciones entre sus ciudadanos; en el científico, cabe analizar detenidamente si quienes fueron vacunados pueden contagiar el virus, aunque Von der Leyen avanzó que los estudios que llegan de Israel son esperanzadores.
Según fuentes de Moncloa, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, defendió esos certificados como una “herramienta válida y útil” y ha abogado por seguir trabajando en su diseño a escala comunitaria para “evitar que cada país elabore su propia fórmula, prevenir situaciones injustas y garantizar la protección de los datos personales”.
La Comisión se ofrece a coordinar los estándares del certificado y sus aspectos técnicos. Menos problemas, dijo Ursula Von der Leyen, tiene el contenido de ese pasaporte, que será mínimo: una prueba de que la persona se vacuno, una PCR negativa o un certificado en el que conste que tiene anticuerpos.
Presión a las farmacéuticas
La Unión Europea también quiere evitar a toda costa tener que afrontar una nueva escalada de contagios tras la brutal oleada del invierno. Y ante las dificultades exhibidas por la industria farmacéutica, y en particular por AstraZeneca, para intensificar los ritmos de producción de la vacuna de la covid-19, los líderes de la UE han reclamado “acelerar de forma urgente” sus procesos de autorización, producción y distribución”. Además, instan a las compañías a “respetar los plazos de entrega contractuales” adquiridos con Bruselas.
La campaña europea de vacunación arrancó con pies de barro. En apenas dos meses, se ha conseguido inyectar las dos dosis al 2,5% de la población europea, según el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC). A la UE aún le queda un trecho para inmunizar a sus ciudadanos más vulnerables, puesto que por ahora solo el 10,5% de los mayores de 80 años han sido completamente vacunados.
Con esos números, cada retraso en las entregas es un mazazo, en especial porque la vacunación es la pieza clave para alcanzar la descongestión de los sistemas sanitarios europeos.
Las nuevas demoras de Moderna y AstraZeneca han puesto en guardia a los 27, que siguen esperando alcanzar una velocidad de crucero a partir del segundo trimestre, cuando espera empezar a recibir encargos de Janssen y tener a su disposición 380 millones de dosis.
En su segunda cumbre por videoconferencia para abordar la crisis sanitaria, los jefes de Estado y de Gobierno de la UE plantearon a Von der Leyen, multitud de cuestiones.
Según fuentes comunitarias, los líderes de la UE, entre los cuales estaba por primera vez Mario Draghi, han puesto sobre la mesa los retrasos que vienen sufriendo desde casi el comienzo de la campaña, las dificultades para acelerar la fabricación en Europa, la necesidad de poder contar con un calendario predecible de entregas o la urgencia de contar con mayor transparencia en cuanto a la producción y exportación de vacunas por parte de los grupos farmacéuticos.
Los Veintisiete temen, además, que la irrupción de una variante que merme la eficacia de las vacunas pueda amplificar todos esos problemas.
Von der Leyen afirmó en la rueda de prensa posterior que Bruselas sigue tratando de “abordar los cuellos de botella” que hay tanto en la producción como en la cadena de suministros y añadió que, en parte, esos esfuerzos han dado sus frutos, puesto que ya hay 45 plantas en las que se fabrica la vacuna. Los Veintisiete se quejaron también de los retrasos en las entregas, que han llegado a desatar una guerra entre Bruselas y la británica AstraZeneca.
“Las empresas deben garantizar la previsibilidad de su producción de vacunas y respetar los plazos de entrega contractuales”, sostienen los líderes, quienes reclaman también “transparencia”.
Por ello, los líderes de la UE pedieron a Bruselas que sea más dura en la prohibición de exportar vacunas en el caso de las empresas que incumplan sus compromisos.
Fuente: El País
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