Cuando el pasado 23 de enero Juan Guaidó se juramentó como “presidente interino” —algo que el gobierno de Nicolás Maduro tacha de intento de golpe de Estado—, el joven líder opositor desató una cadena de reacciones, que llegó hasta el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Primero, Estados Unidos dio su apoyo al joven presidente de la Asamblea Nacional y seguidamente hicieron lo mismo los países del Grupo de Lima (salvo México).
A Maduro salieron a defenderlo sus aliados más cercanos: Cuba, Bolivia, Rusia y también China, que manifestó “gran preocupación” y afirmó que apoyaba los esfuerzos del gobierno por “preservar la soberanía, la independencia y la estabilidad del país”.
Por su parte la Unión Europea, después de meses diciendo que no reconoce la legitimidad de Maduro, no reconoció explícitamente a Guaidó como presidente, aunque sí insistió en la necesidad de que haya elecciones libres y creíbles.
Con todas estas reacciones Guaidó no solo consiguió despertar a las aletargadas bases de la oposición, sino que puso a Venezuela en el centro de crecientes tensiones en el tablero geopolítico internacional.
Tensión Moscú-Washington
Al expresar su apoyo a Guaidó, la Casa Blanca dijo que iba a desplegar “todo el peso económico y diplomático de Estados Unidos para lograr la restauración de la democracia en Venezuela”.
A lo que respondió Maduro rompiendo las relaciones diplomáticas y dando 72 horas al personal de EE.UU. para abandonar el país.
Y, en otra vuelta de tuerca, EE.UU. reaccionó asegurando de desobedecer la orden de expulsión ya que, insisten, Maduro ya no es presidente y no puede romper relaciones ni echar a diplomáticos.
Esa respuesta hizo saltar las alarmas: ¿se atreverá Maduro a arrestar y deportar al personal de EE.UU.? ¿Lo hará aplicando la fuerza? ¿Cómo reaccionaría el gobierno de Donald Trump?, ¿una acción militar en represalia?
La expulsión de los diplomáticos del territorio venezolano, sin embargo, parece haber quedado suspendida, al menos por un tiempo.
El sábado, cuando se vencían las 72 horas, Maduro publicó un comunicado en el que afirma que EE.UU y Venezuela “han acordado sostener negociaciones para el establecimiento de una Oficina de intereses en cada capital, desde la cuales se podrán atender trámites migratorios y otros temas de interés bilateral”.
Para lograr ese acuerdo, menciona un plazo de 30 días en el que se autoriza la permanencia del personal remanente de cada misión.
En todo caso, el domingo el asesor de seguridad de la Casa Blanca, John Bolton, advirtió a Venezuela que Estados Unidos adoptará una “respuesta significativa” contra ese país si percibe “violencia e intimidación” contra la oposición venezolana o el personal diplomático estadounidense en Caracas.
Por su parte, el portavoz del gobierno ruso, Dimitry Peskov, ha advertido que una intervención militar de Estados Unidos en Venezuela sería “muy peligrosa e inaceptable”.
Sergei Ryabkov, viceministro de Asuntos Exteriores ruso, fue más explícito al expresar su respaldo al gobierno de Maduro.
“Estaremos, si lo desean, junto con este país en defensa de la soberanía, en contra del inadmisible quebrantamiento del principio de no intervención en asuntos internos”, dijo.
Sus palabras hicieron recordar a muchos que apenas en diciembre pasado, Moscú envió a Venezuela una escuadrilla aérea encabezada por dos cazabombarderos supersónicos Tupolev.
Fuente: BBC Mundo
0 comments:
Publicar un comentario