El llamado mal de Diógenes o “trastorno por acumulación” es una patología psiquiátrica recientemente reconocida por la literatura médica a través de su Manual Diagnóstico DSM-V (2013). Su manifestación en el mundo digital por estos días se estudia científicamente, porque acumular decenas de aplicaciones sin uso, cientos de correos sin leer, kilobytes de conversaciones pasadas, megabytes de fotografías y gigabytes de videos y terabytes de memoria en discos duros o en la nube es algo que para todos se volvió normal.
“Y esto puede hacer que las personas se sientan ansiosas”, dice Elizabeth Sillence, profesional del departamento de Psicología de la Universidad de Northumbria (Inglaterra), quien participó en el primer estudio cualitativo sobre este desorden en 2018. Junto con tres colegas, acaba de publicar este año uno cuantitativo para crear una escala que permita medir si la ansiedad llega a ser patológica. Si se puede transformar en un trastorno de acumulación tal como está descrito en el DSM-V.
Muy pocas personas dedican tiempo a la limpieza activa, pero sí invierten muchas horas en buscar archivos, documentos, fotos, etc. Con frecuencia, la gente se siente abrumada por el material que ha almacenado y no está segura de cómo abordar el problema. Las personas no tienen certeza de lo que es seguro eliminar ni de lo que deberían mantener, por lo que a menudo se dan por vencidas y se quedan con todo ‘por si acaso’ ”.
Con quince años de especialización en el mundo de las adicciones, el psiquiatra Gianni Cánepa dice que el trastorno por acumulación, ya sea de cosas reales o digitales, corresponde a la lógica del trastorno obsesivo-compulsivo. Lo compulsivo es algo que está más allá de la voluntad.
El trastorno obsesivo-compulsivo se dice que es la enfermedad de la duda, es como una duda eterna. El obsesivo está siempre en un espacio de cavilación respecto de si “lo hago o no lo hago”, “voy o no voy”, y desarrolla rituales para calmar esa angustia. Y esos rituales pueden ser múltiples. Por ejemplo, acumular. En el fondo, lo que está en la base de la acumulación es el temor. El "no vaya a ser que lo necesite".
Estigma real y virtual
El primer caso de acumulación digital aceptado en la literatura médica es de 2015, y se trata de un paciente holandés de 47 años. Según se describe, tomaba un promedio de mil fotografías al día, generalmente paisajes. Admitió tener problemas para deshacerse de ellas porque pensaba que podía usarlas en el futuro.
Se trataba de un hombre soltero, sin hijos y desempleado. También tenía antecedentes de salud mental: desde 1994 presentaba episodios depresivos, había sido diagnosticado con desorden del espectro autista y manifestó padecer trastorno de acumulación: en su casa se apilaban papeles y piezas de bicicleta.
Carlos Araos, doctor en comunicación de la Universidad Complutense de Madrid y coordinador del Observatorio de la Cibersociedad, dice que es habitual que un trastorno de personalidad que se presenta en el mundo real se exprese en el virtual:
“Es un principio en ciberpsicología que cuando existe una patología preexistente en el plano real, se proyecta en mayor grado en el plano digital. Entonces, claro, un mal de Diógenes se va a manifestar con mayor fuerza en lo digital, precisamente por la sensación de incontinencia que tiene lo digital. No hay espacio físico que limite”.
Trastorno invisible
El punto en el que coinciden los especialistas es que el trastorno por acumulación es difícil de dimensionar porque está invisibilizado. Se oculta en la privacidad del hogar o se diluye en el infinito espectro digital.
“Es muy raro que alguien consulte porqué tiende a acumular, dice el psiquiatra Gianni Cánepa. De hecho, a mí me ha tocado atender a un par de acumuladores, pero han consultado por otras cosas, en general comportamientos compulsivos, y son los familiares los que terminan trayendo esta información. Ellos lo viven con cierto grado de vergüenza. Y lo minimizan. Lo tratan de esconder”.
“Dentro de la literatura de acumulación física ya se había descrito un cierto estigma asociado al título de ‘acumulador’. No sabíamos si este sería el caso en el acumulador digital, así que decidimos evitar la frase”, explica.
De los resultados de su estudio, Sillence dice: “Fueron cinco los participantes que se identificaron como un ‘acumulador’, y lo hicieron de una manera alegre. No pensamos que las personas se definirían como tales, pero nuestros últimos trabajos han mostrado una identificación similar”.
Una de las medidas que recomienda es instalar una aplicación que muestre la última vez que se tuvo acceso a un archivo o carpeta. “Es importante clasificar las cosas que usa y las que no. En el lugar de trabajo, intente extraer documentos de un espacio compartido en lugar de guardar siempre una copia local. Y dedique siempre un poco de tiempo a eliminar. Esto es una tarea en sí misma. No es una pérdida de tiempo”.
Fuente: Globovisión /El Comercio /GC
0 comments:
Publicar un comentario