La Unión Europea (UE) comienza a apagar la luz de las bombillas halógenas, con la entrada en vigor hoy de la prohibición de poner a la venta las menos eficientes, como los focos que a menudo se utilizan para iluminar cocinas o comercios.
Este paso es uno más dentro de los esfuerzos de Bruselas para tratar de reducir al máximo la cantidad de electricidad que se consume cada vez que cualquiera de nosotros pulsa un interruptor.
La estrategia pasa por promover el uso de las bombillas LED en detrimento de los halógenos, que aún se podrán seguir encontrando en las tiendas, incluso los afectados por la prohibición que entra en vigor hoy, ya que ésta permite a los comercios vender las que tenían en sus estantes pero no aprovisionarse de nuevos pedidos.
Las LED hicieron su entrada en los mercados como una innovación tecnológica que prometía una revolución energética una vez que su precio inicial se abaratara, el cual ha caído ya, por ejemplo, un 85 % en los últimos cinco años en España, según la organización Clasp.
Pero, además, las bombillas LED tienen la ventaja de ser mucho más resistentes que sus primas halógenas, con una vida útil de media de entre 15 y 20 años de uso, y de abaratar la factura eléctrica de sus usuarios.
"Las LED son ahora pan comido para los consumidores. Un foco típico halógeno cuesta 1,50 libras (1,76 euros) respecto a las 4,99 libras (5,86) de un LED de alta calidad y regulable con la misma luminosidad, pero las primeras fallan tan rápido que se necesitan ocho para igualar la vida de un solo LED", afirma la ONG European Enviroment Bureau.
La asociación recalca también que comprar y utilizar un LED durante 10 años en España cuesta 21,59 euros, frente a los 155,97 euros que supone optar en ese mismo periodo por una bombilla halógena.
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