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25 ago 2018

Indígenas venezolanos rehacen su vida en Brasil añorando el Orinoco

Vestido con una camiseta de una escuela de samba brasileña, el cacique warao Auxiliano Zapata se emociona al pensar en volver a su tierra natal, en Venezuela. Pero con la difícil situación de su país, sabe que su futuro y el de su familia están ahora en un refugio para indígenas del estado fronterizo de Roraima.
Habituados a alternar la ciudad con su hábitat tradicional, en el delta del Orinoco (donde vive la mayoría de los cerca de 20.000 waraos) los miembros de esta etnia fueron los primeros en cruzar la frontera hacia Brasil huyendo de la difícil situación económica y social de su país.
"No había medicina, no había comida, no había transporte, no había nada. Todo era demasiado caro. Para venir tuve que vender todas mis cosas. Tenía televisor, teléfono celular, freezer", cuenta Auxiliano en el patio del refugio Pintolandia, de Boa Vista (la capital de Roraima), que aloja a unos 600 waraos.
Junto a su esposa y su hijo de 12 años, lleva cinco meses allí y aprecia las mejoras del lugar, gestionado en conjunto por el gobierno local, el Ejército, ONG y el apoyo de Acnur (Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados).
La tierra fue recubierta por pedregullo blanco, se marcó con arena una cancha de vóley y se está construyendo un nuevo módulo para colgar otros cientos de hamacas paraguayas para el descanso.
Aunque todavía no ha conseguido un empleo, su familia ahora tiene comida, techo, seguridad y escuela.
"Yo me volvería para Venezuela, pero tengo que esperar para ver si se acomoda un poco (la situación). Fui hace tres semanas a ver a mi papá, que está cuidando nuestra casa, y allá no hay nada", afirma.
"No le voy a contar nada más porque me voy a poner triste", dice.
Su mayor dolor son sus hermanos indígenas que no alcanzaron a emigrar, muchos de ellos víctimas de la tuberculosis o el sida, dos enfermedades con alta prevalencia en su pueblo.
Fuente: Globovisión/AFP/HCF 

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