Un 8% el miércoles y 13% el jueves. Casi que solo se habla de eso en Argentina, donde la incertidumbre por las movidas del gobierno domina las noticias y las casas de cambio están repletas de gente que busca proteger sus ahorros comprando dólares.
En casi tres años de mandato, esta es quizá la crisis más grave que ha enfrentado el presidente, Mauricio Macri, cuyo gabinete anunció este jueves dos medidas para contener la devaluación: vender US$330 millones en el mercado de valores y subir la tasa de interés al 60%, la más alta del mundo.
Para muchos, son paños de agua tibia. Los menos críticos hablan de un plan económico mal comunicado, los más duros dicen que deben cambiar al equipo económico y los fatalistas vaticinan un estallido o, al menos, un default.
Aunque el peso viene cayendo desde diciembre, el miércoles se fue al piso tras un anuncio de Macri que trataba de dar confianza pero generó todo lo contrario: incertidumbre.
Fue uno más de lo que algunos llaman los “errores no forzados” de un equipo económico que se autodenominó “el mejor en 50 años”.
Muchos hablan de un gobierno que no termina de explicar sus objetivos: si va a continuar con el histórico déficit fiscal de uno de los países más asistencialistas de América Latina o si va a ajustar tajantemente, acabando con un déficit que genera inflación pero le da un golpe tremendo a los millones de argentinos que dependen del Estado.
La decisión es compleja para una coalición oficialista que busca ser reelecta dentro un año. Pero la ambigüedad, aseguran los expertos, es como un repelente de las inversiones.
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