
La pena se reduce a 50 años de prisión, pues según la legislación costarricense ese es el máximo de tiempo que una persona puede permanecer en la cárcel. Según la acusación acogida en la sentencia, la mujer, de 29 años de edad, roció con gasolina la habitación, encerró a su hija de 10 y su hijo de 7 años de edad, luego le prendió fuego al recinto y no hizo caso a los gritos de auxilio de sus hijos.
En su testimonio durante el juicio, la mujer negó los cargos y aseguró que estaba dormida en un sofá de la sala y que nunca percibió el olor a gasolina ni escuchó los gritos de los niños. Los jueces determinaron que Batista no presenta problemas mentales.
En la sentencia leída por los jueces, el tribunal dio por probado que Batista «acabó con la vida de sus hijos menores de edad» y que para ello aplicó un «mecanismo cruel» mediante el uso de «acelerantes en la habitación para que el fuego actuara más rápido». «Era un habitáculo pequeño y además es un sitio donde los niños podían sentirse seguros, los niños sabían que su madre los había acostado a dormir y que ella estaba en el sitio», señaló el tribunal.
La sentencia también asegura que la mujer resguardó su vida y no abrió la puerta de la casa cuando los vecinos llegaron a tocarle la puerta mientras escuchaban los gritos de los menores.
Fuente: El Comercio
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