Marlon Santi confirma que Pachakutik se alista para las elecciones presidenciales del 2021. La movilización de octubre les dio fuerza. Asegura que el movimiento indígena no tiene relación con el correísmo.
¿Qué efectos tuvo la protesta para el movimiento indígena?
Yo me cuestiono qué agenda quedó… El Gobierno aceptó derogar el decreto, y que hay propuestas de los sectores sociales. Pero después de entregarle nuestra propuesta (Parlamento Popular de los Pueblos), no hay una respuesta real; ni los emisarios del Gobierno han dicho nada. Nos sentimos engañados si no hay una respuesta contundente. Dígannos, “señores de la Asamblea Popular, no vamos a poder hacer esto o sí vamos a implementar lo que se pueda”. Sincerarnos, porque si no hay una respuesta contundente, puede haber otro descontento nacional.
Pero ustedes cerraron el diálogo.
No lo hemos cerrado. Estamos esperando la respuesta del Gobierno, que por respeto y diplomacia debe responder a través de los mediadores como las Naciones Unidas y la Conferencia Episcopal. De acuerdo con esa respuesta el Parlamento Popular se sienta a analizar. El diálogo está abierto.
¿Es responsable convocar a movilizaciones si las calles están ‘calientes’?
La gente ya nos dirá: “Oigan, dirigentes, no responden. Ya convoquen”. En ese dilema estamos. Pedimos la paz y la estabilidad democrática. No vamos a estar de acuerdo en que el presidente se vaya porque ¿quién va a asumir? Otto Sonnenholzner (vicepresidente de la República) o el presidente de la Asamblea Nacional (César Litardo). Ahí es como que sale uno peor y entra otro peor. Hay que plantear cuál es la estrategia con la que vamos a responder cuando el Gobierno ya no nos responda. Hay que definir para qué vamos a salir a las calles porque hubo once muertos, y ¿vamos a sacar al Gobierno? Si es así, yo no me convertiría en un desestabilizador.
La movilización les dejó nuevos rostros para candidaturas. ¿Cómo están alistándose para el 2021?
El objetivo es llegar a la Presidencia. Tomaremos la decisión en abril o mayo. Si hay un consenso, ese será el candidato a la Presidencia. Y veremos los posibles acuerdos o alianzas con otros sectores. Vamos a trabajar duro para desde mayo promocionar a nuestro candidato oficial. Hay un equipo que ya está trabajando en el plan de Gobierno y lo vamos a presentar en febrero. Veamos si se animan los que están ahora en la palestra política.
Pero Jaime Vargas (presidente de la Conaie) y Leonidas Iza (presidente del movimiento de Cotopaxi) son muy radicales.
(Sonríe) Tenemos que hablar con ellos muy seriamente. El presidente que vaya a gobernar no va a hacerlo solo para el movimiento indígena. Por eso he dicho que analicen esto. Representamos a un movimiento indígena, pero el Ecuador es plurinacional.
El correísmo hizo suya su protesta y la enalteció. ¿Coinciden con ellos después de lo que les hizo en la década pasada?
El correísmo quiso coger la plataforma. Cuando llegué a Quito de la Amazonía había la agenda de “Lenín, fuera”. Yo tuve que decir que esto no está bien, que no está en nuestra agenda. Y analizamos quién va a asumir. Dijeron “gobierno popular”. Es inconstitucional, les dije. Iban a utilizar al movimiento para derrocar a Lenín y posesionarse ellos mismos. El correísmo se introdujo con la agenda de botar al presidente.
Pero fue Vargas el que pidió a la fuerza pública que le quitara el apoyo a Moreno.
Quizás fue un momento eufórico, de nervios. Es difícil cuando un dirigente está en la plena conducción de masas, y peor con muertos… Yo me paré en una esquina y me puse a llorar, porque te da rabia ver que están matando a tu gente. Y el pueblo te dice: “Oye, están matándonos, ¿qué vas a hacer?”…
¿Tenían un plan B?
Pacificar. Yo tenía miedo de ver más muertos. Si hubiese muerto un arútam, la dimensión cambiaba en la Amazonía. No tenemos insurgencia, pero los excombatientes del Cenepa podían actuar contra el Estado, en esa zozobra nos hallábamos. Fue difícil.
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