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26 jul 2018

SANDÍA: CINCO ERRORES QUE COMETES CON ESTA FRUTA

“Sandía y melón, qué buenos para el calor”. Lo dice el refrán y la sabiduría popular: son las frutas del verano por excelencia. La sandía es refrescante, con pocas calorías, llena de agua que te hidrata y te sienta bien cuando estás acalorado, y además es muy versátil.

Pero a veces “pecamos”. No sabemos cómo tratar esta fruta: la elegimos poco madura, no la limpiamos bien, no usamos todo su potencial en la cocina… Repasamos los errores más habituales que cometemos con ella para que puedas disfrutar al 100% de una buena sandía.

1. Elegirla mal

Comprar una sandía entera, abrirla en una comida con amigos y descubrir que está harinosa o no tiene sabor a nada. Te ha pasado a ti y a todos, y nos da mucha rabia. Por eso hay que conocer los trucos para elegir las mejores sandías.

Según los especialistas en la materia, “se trata de que la mancha de la corteza que está en contacto con el suelo esté amarillenta. Además, al darle unos golpes suaves con los dedos o en la palma de las manos, cuando la sopesamos, debe producir un sonido a “hueco””, dicen en Fruits Molins, payeses con fincas en Molins de Rei y frutería en Barcelona. Otro aspecto importante: que no tenga marcas ni magulladuras, que tenga la piel bien entera, sana, brillante.

2. Comprar sandía troceada (si no está bien conservada)


Es una imagen que se repite en verano en los mercados más turísticos y fruterías de calles transitadas por los visitantes: bandejas de fruta ya cortada, lista para tomar. Y entre ella, la sandía, tan dulce y veraniega. Pero cuidado, si la fruta no está envasada de forma hermética ni ha pasado por procesos de higienización industriales (ni está etiquetada, por ejemplo), “hay que observar unas condiciones higiénicas y de manipulación muy escrupulosas. Todas las personas que participen en el proceso deben tener la certificación de manipulador de alimentos. Una salmonelosis se puede producir por un manipulador poco higiénico, que sea portador de la salmonella, vaya al baño y no se lave las manos después”, apuntaba a La Vanguardia Digital Juan Revenga, dietista nutricionista y biólogo.

Además, según Revenga, “las frutas deben mantenerse en una cadena de frío. No deberían estar expuestas, una vez cortadas, a temperatura ambiente”, señala. Se permite que la fruta esté sin refrigerar en los establecimientos cuando tiene la piel que la protege. Así que evita esas fruterías con bandejas de porexpan con sandía expuesta a temperatura ambiente durante horas y horas.

3. No lavarla antes de abrirla


En la corteza o piel de la sandía se acumulan todas las bacterias propias del suelo agrícola, donde hay heces de aves, restos de fertilizantes y mil y un bichitos. Por esto es tan importante, antes de abrir la sandía, lavarla muy muy bien.

Una buena idea, según los especialistas en seguridad alimentaria, es utilizar un cuchillo para cortar las tajadas, y otro diferente para separar la parte carnosa de la corteza.

4. No aprovechar todo su potencial


Tajada de sandía de postre o a media mañana, le hincas el diente y te la comes así, siempre. Comer sandía tal cual es un buen hábito, pero puedes aburrirte. Es una pena no aprovechar todo su potencial y las posibilidades que ofrece a la hora de presentarla. Cortándola a trozos pequeños y pasándola por la batidora o minipimer (y añadiendo un poquito de agua si es necesario para suavizar la textura) conseguirás un zumo de sandía espectacular. Con unas hojitas picadas de menta, lo convertirás en un sorbo matinal muy agradable. Con ese mismo líquido también puedes preparar deliciosos helados.

En smoothies o batidos se puede mezclar con otras leches, helado, yogur o bebidas vegetales para conseguir un trago más potente y saciante que el simple zumo. Y en ensaladas, acompañada por ejemplo de requesón y naranja, está riquísima. O esta otra idea con pepino, mango, salsa de limón y soja es perfecta para el verano. Conclusión: ¡explora, busca recetas y disfruta sus mil opciones como fruta fresca y con un bonito color!

5. Tirar su piel


Aunque parezca muy extraño, la corteza de la sandía se puede comer, sí. Se puede poner en una licuadora con zumo de limón para preparar una bebida muy fresca, con mucha clorofila y citrulina, un aminoácido muy favorable para la salud cardiovascular y el sistema inmunológico, como han señalado algunos estudios. De hecho, investigadores de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica de Murcia (ETSIA) han desarrollado un zumo de sandía que reduce el dolor muscular a las 24 horas de realizar una actividad deportiva intensa.

La corteza o parte verde de la sandía, bien lavada, triturada con un poco de menta y añadiéndole hielo, puede ser una bebida con muchas propiedades. Además, la parte blanquecina que se encuentra entre la carne roja y la piel, se puede mezclar con otros ingredientes como la cebolla, y sazonarlo con pimienta.

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