La Guardia Civil procedió el miércoles a la detención de un hombre durante un control de alcoholemia cerca de Rábade, un municipio de la provincia de Lugo.
Según confirmó la Benemérita, el detenido dio positivo en la prueba de alcohol, por lo que su vehículo quedó retenido.
Según informa ‘El Progreso’, el hombre perdió los nervios y se enfrentó a los agentes, a los que intentó propinar varias patadas. Logró zafarse de ellos y emprendió una huída saltando una valla de una nave industrial. Antes de ser alcanzado, se puso a comer arena del suelo.
Ante semejante comportamiento, la Guardia Civil llamó a los sanitarios para que le realizaran un examen médico. Los especialistas también sufrieron la ira del detenido, que no paró de insultarles durante el reconocimiento.
Finalmente el hombre acabó en un calabozo del puesto de Lugo de la Guardia Civil, donde se desataron sus más bajos instintos.
Cuando los agentes acudieron a su celda para continuar con el atestado, se encontraron con que el hombre había defecado y orinado. Las paredes, el suelo, y hasta el propio recluso estaban cubiertos de heces y orín. Los agentes incluso tuvieron que usar trajes especiales para sacarlo del calabozo.
Cuando fue trasladado al juzgado de guardia, que este jueves correspondía al de instrucción 3, el juez ni siquiera le tomó declaración en su despacho, sino que se habilitó una sala de vistas, mucho más amplia, debido al hedor que desprendía el detenido. Éste se negó a declarar, por lo que se dictó su puesta en libertad con las consiguientes medidas cautelares y acusado de delitos contra la seguridad vial y resistencia a la autoridad.
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