La crisis sanitaria que sufre el mayor núcleo urbano de Amazonia, Manaos (Brasil), sigue en fase extremadamente aguda. El ministro de Salud brasileño, el general Eduardo Pazuello, advirtió en una dramática intervención este viernes que sin medidas radicales es imposible estabilizar la situación.
“Sin la evacuación (a otros Estados) de 1.500 pacientes (…) seguirán muriendo 80, 100 personas al día porque las UCI no se crean de un día para otro”, ha pronosticado dos semanas después de que al menos 50 personas murieran asfixiadas por falta de oxígeno en hospitales de la ciudad, reseñó El País.
El fiscal general del Estado investiga al ministro por aquellas muertes en vista de que fue oficialmente informado de que, ante el espectacular aumento de ingresados desde el inicio de 2021, el oxígeno estaba escaseando.
Pazuello no adoptó medidas. Desde hace dos semanas miles de familias desesperadas buscan suministros como sea para mantener vivos a allegados.
Pazuello hizo el sombrío pronóstico en Manaos al dar la bienvenida a los primeros de los 108 médicos que las autoridades han contratado a toda prisa en un intento de paliar la crítica situación.
La red sanitaria amazónica siempre ha sido frágil. Faltan UCI, médicos… El ministro asegura que el oxígeno está estabilizado. Es una región muy remota, vasta y con población muy dispersa fuera de Manaos. Solo la capital tiene unidades de cuidados intensivos y ahora mismo están saturadas.
La crisis de Manaos y, en general, Amazonia es el ejemplo más palmario de una gestión de la pandemia marcada por la incompetencia, según los más benevolentes, y por la temeridad o directamente la mala fe, de acuerdo con los más críticos del presidente Jair Bolsonaro, que este mismo jueves se paseaba sin mascarilla y estrechando manos entre una multitud durante una visita oficial a Sergipe.
Como si no fuera el jefe de un Estado que contabiliza más de mil muertos diarios y que ha vacunado solo a 1,5 millones de sus 210 millones de habitantes.
Brasil es país que peor gestiona la epidemia de coronavirus entre los 98 analizados por el Instituto australiano Lowy de relaciones internacionales.
El gobernador de Amazonas ha prorrogado hasta el 7 de febrero el confinamiento total que empezó el lunes y ha suspendido el festivo de Carnaval.
Para aliviar las unidades de cuidados intensivos, el general Pazuello considera imprescindible evacuar a 1.500 pacientes a otros estados para hacer sitio a los enfermos más graves que requieren oxígeno ahora mismo y a los que se teme que van a llegar.
Amazonia está en plena temporada de lluvias, la estación en la que los casos de síndromes respiratorios agudos se disparan cada año porque la humedad es del 100%. “Respiramos agua”, ha remachado el militar.
Un panorama agravado ahora por el coronavirus porque la región “ha sido premiada con una nueva cepa de la Covid, genéticamente identificada por el instituto Fiocruz, que es tres veces más contagiosa”, ha recalcado el ministro. También ha apelado directamente a los dos millones de vecinos de Manaos para que contacten con el médico al primer síntoma.
Pazuello fue presentado como un experto en logística cuando Bolsonaro lo nombró tras deshacerse de dos titulares de Salud al inicio de la pandemia. La crisis del oxígeno, que ha conmocionado a Brasil, le ha puesto en evidencia.
Sus palabras contrastan con las que pronunció en la misma ciudad días antes de la fatídica noche en la que varios de los principales centros sanitarios de Manaos se quedaron literalmente sin oxígeno. Entonces se refirió a las alertas con resignación y en tono liviano.
El general nunca ha ocultado que él está ahí para acatar sin el más mínimo cuestionamiento lo que el presidente le ordene. Al alcalde le ha advertido este viernes de que tiene que reforzar inmediatamente los ambulatorios municipales con medios y personas.
“Pero de verdad, no para inglés ver o para fotos”, le ha advertido en una expresión muy brasileña que se refiere a leyes aprobadas en el XIX ante las presiones británicas para prohibir el comercio de esclavos que eran, sin embargo, sistemáticamente incumplidas.
Fuente: El País
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