Una mujer israelí que cumplía 50 años pidió un extraño regalo para celebrar esta fecha tan especial: donar uno de sus propios riñones a un extraño, y el beneficiado logró ser un niño residente en la franja de Gaza.
La mujer esperaba que su elección fuera un ejemplo de generosidad en una zona en permanente conflicto. Se sintió inspirada por los recuerdos de su difunto abuelo, sobreviviente del Holocausto, quien le dijo que viviera de manera significativa y por la tradición judía, que sostiene que no hay deber más alto que salvar una vida.
«No me conoces, pero pronto estaremos muy cerca porque mi riñón estará en tu cuerpo. Espero de todo corazón que esta cirugía tenga éxito y que vivas una vida larga, saludable y significativa», escribió Idit Harel Segal en una carta en hebreo dirigida al menor de tres años que sufría un problema renal congénito y necesitaba diálisis permanente.
Fuente: Meganoticias
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