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31 may 2016

El Salvador, violencia sin fin: de la tregua con las maras a la mano dura

 Don Pedro Antonio Leiva se toma un respiro en la sala de espera del elegante edificio de oficinas hasta el que ha venido con su esposa, María Yolanda, en busca de un abogado que les ayude a tramitar una petición de asilo ante el gobierno de los Estados Unidos. Corren los primeros días de marzo de 2016.

Don Pedro se toma un respiro y cuenta que antes de llegar a Estados Unidos, poco antes, había caminado varios cerros cercanos a su pueblo de origen, en El Salvador, en busca de los restos de su hijo desaparecido por el ejército de aquel país. "La última vez llegué hasta una piedrona, lejos, ahí me habían dicho que estaba. Ya cuando iba subiendo vi el cuerpo de un muchacho que lo habían enterrado y le habían dejado el pecho y la cabeza afuera. Yo iba con unos fiscales y de lejos no alcanzaba a ver, pero sí sabía que no era él. ¿Voy a ver? ¿Le levanto la cabeza? Me dijeron que no, que me iba a meter en problemas. Pero no era él", cuenta.
Armenia es, como muchas ciudades de El Salvador, un lugar dominado por las dos pandillas criminales más grandes del país, la Barrio 18 y la MS13
El camino que trajo a don Pedro hasta este edificio en Silver Spring, Maryland, un suburbio de Washington, diez kilómetros al norte de la Casa Blanca, empezó en febrero de 2014 en Armenia, una ciudad del occidente salvadoreño ubicada a unos 40 kilómetros de la capital, en el departamento de Sonsonate. Armenia es, como muchas ciudades de El Salvador, un lugar dominado por las dos pandillas criminales más grandes del país, la Barrio 18 y la MS13.
El barrio en que don Pedro vivía con su esposa y uno de sus hijos, Óscar, es territorio de la Barrio 18 Sureños (uno de los dos grupos en que esa pandilla se ha dividido tras sangrientas purgas internas). El 18 de febrero de 2014, una columna de soldados del batallón Hermes, desplegado por la Fuerza Armada de El Salvador para apoyar a la Policía Nacional Civil en labores de seguridad pública y destacado en Armenia, retuvo a Óscar y otros cuatro hombres.
Lo que pasó después no está del todo claro. En un proceso judicial abierto contra el sargento Santos Coreto y seis de sus subalternos quedó constancia, a mediados de 2015, que los militares habían soltado a dos de los hombres y que llevaron a los otros tres por caminos semi-rurales que conducían a San Damián, otro barrio de Armenia, este dominado por la MS-13.
Las pandillas salvadoreñas surgieron a mediados de los años 80 en Los Ángeles y otras ciudades del oeste estadounidense. Fueron fundadas por migrantes centroamericanos, salvadoreños la mayoría, que huían de las guerras civiles que asolaban a sus países y se instalaron en barrios angelinos plagados de pobreza, crimen y tráfico de drogas. Algunos de esos migrantes se agruparon en la Mara Salvatrucha 13 ("mara" es una palabra de uso salvadoreño que significa grupo). Otros se integraron a la Barrio 18, una pandilla de origen chicano que ya existía en Los Ángeles. A principios de 2000, empujados por las políticas de deportaciones masivas instauradas por el gobierno de George W. Bush en Washington, miles de pandilleros con antecedentes regresaron a las calles de Centroamérica a expandir sus respectivos grupos.

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