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30 may 2016

10 semanas sin mi pareja, la única forma en que pude perder peso

La británica Celena sumó 32 kilos a su peso durante los tres primeros años de relación con su pareja, Pete.
A continuación, ella describe la forma en la que logró romper con un ciclo de alimentación poco saludable al separarse 10 semanas de Pete.
Hace un año me negaba a mirarme en un espejo de cuerpo entero. Mi gran barriga me repugnaba.
Vivía usando medias o calzas y camisetas holgadas tipo túnicas que compraba en las tiendas de tallas grandes para tratar de ocultar mi silueta.
Pero si me hubieran conocido en ese entonces no lo habrían adivinado.
Siempre he tratado de poner mi mejor cara pese a que no estaba contenta conmigo misma. Ni siquiera mi pareja, Pete, sabía lo mal que me sentía.
Pero Pete era justamente una de las razones por las que yo pesaba 140 kg.

La relación y separación

Pete y yo nos conocimos hace tres años.
Yo ya estaba con sobrepeso, pero durante nuestra relación seguí sumando kilos.
Él era quien mayormente cocinaba y servía porciones de comida muy grandes, era su forma para demostrar que yo le importaba.
Si yo le pedía que trajera a casa una barra de chocolate, él llegaba con cinco.
Hemos alentado nuestros malos hábitos mutuamente. También pedíamos comida china o pizza dos veces por semana.
Los dos tenemos hijos de relaciones anteriores y los fines de semana solíamos comer fuera, incluyendo dulces como helado.
Luego de tener a nuestro hijo, Cameron, nunca pude perder el peso que había ganado durante el embarazo.
Esa es una de las razones por la que quería participar del programa "Pierde peso por amor", de la BBC.
Como parte de la transmisión, nos separamos durante 10 semanas, mientras trabajamos cada uno para resolver nuestros propios problemas con la comida y con la falta de ejercicio físico.
Pensé que si tratábamos de abordarlos juntos terminaríamos saboteándonos mutuamente.
Me quedé viviendo en nuestra casa en Warrington, Inglaterra, con los niños, mientras que Pete se mudó a la casa de su hermana, en Wirral, cerca de Liverpool.
Fue muy duro, ya que no habíamos pasado una noche separados desde que había comenzado nuestra relación, pero yo sabía que era algo que teníamos que hacer.
Acababa de empezar a preparame para ser partera y no quería sentirme hipócrita al hablarles a las mujeres sobre los peligros de la obesidad durante el embarazo cuando yo no podía manejar mi propio peso.

Enfrentar los miedos

Conocí a la psicóloga Tanya Byron, quien me animó a enfrentar lo que yo sentía por mí misma. No soy una persona emocional, pero en nuestras charlas siempre terminaba llorando.
"No se puede esperar para ser feliz. Si crees: 'Voy a ser feliz cuando pierda x cantidad de peso', nunca sucederá", me decía.
Hicimos algunos ejercicios para aumentar mi confianza. En una ocasión, el productor del programa me llamó por teléfono y me dijo que me encontraría con Tanya al día siguiente.
Y agregó: "Vístete como quieras, pero Tanya dice que sería bueno que te depiles las piernas". Pensé que iríamos a la pedicura.
Sin embargo, cuando llegué al día siguiente me dijeron que debía posar como modelo para una clase de arte.
Me envolví con una sábana debajo de los brazos hasta las pantorrillas para cubrir mi cuerpo, pero aún sentía pánico absoluto.
Yo sabía que los artistas estarían estudiando cada uno de mis bultos y curvas en vez de focalizarse en mi personalidad y me hacía sentir muy vulnerable. Estaba temblando durante la primera sesión.
Luego tuve la oportunidad de mirar lo que habían dibujado.
Me vieron tan diferente a como yo me veo a mí misma. Pensé que me habían dibujado mucho más grande y eso me hizo dar cuenta de lo equivocada que estaba.
Me sentí fortalecida e incluso disfruté de la segunda y tercera sesión. ¡Al final mostré mucho más que mis piernas!
Fue un punto de inflexión muy importante para mí, especialmente porque era algo que había hecho por mi cuenta.

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