El posible atentado terrorista contra el avión de EgyptAir que cubría la ruta París-El Cairo supone la confirmación de al menos tres factores. El primero, que el Estado Islámico sigue teniendo una infraestructura estable en Francia; segundo, que Egipto continúa siendo un lugar prioritario de actuación del ISIS, y, tercero, que el transporte aéreo se ha convertido en una prioridad para llevar a cabo sus acciones de terror.
Infraestructura, probablemente situada en París
Si finalmente se confirma la versión del atentado terrorista, la opción más probable es que el 'modus operandi' del ataque sea una bomba dentro del avión. En este caso, estaríamos ante dos supuestos. El primero, que alguien que trabajara en el propio aeropuerto hubiera podido esconder el artefacto dentro del avión y que, transcurrido un tiempo, este explotara. Precisamente este método fue el utilizado por el Estado Islámico en el avión ruso derribado en la península del Sinaí, por lo que hace viable esta versión.
El segundo supuesto sería que algún terrorista suicida se hubiera infiltrado como pasajero y, de este modo, hubiera podido introducir una bomba en la bodega. Este segundo supuesto no invalida el primero ya que con el nivel de seguridad que vive Francia, parece complicado que se pueda introducir una bomba sin, al menos, levantar sospechas. Es decir, que sería necesaria la colaboración de alguien dentro del aeropuerto.
Egipto como objetivo del Estado Islámico
Si bien es cierto que Egipto fue un símbolo de la lucha contra los autoritarismos árabes, el golpe de Estado del general Al Sisi, promovido y apoyado por Occidente, se ha erigido como una de las principales narrativas utilizadas por los yihadistas para justificar sus acciones. La condena a muerte de muchos miembros de los Hermanos Musulmanes, el indulto a Mubarak y la política exterior de Egipto -totalmente condicionada a los intereses de actores como Estados Unidos, Rusia o Arabia Saudí- suponen un caladero inagotable de argumentos para los yihadistas en los que basar sus acciones.
Por último, hay que decir que a pesar de lo ocurrido en Egipto desde la revolución, el país del Nilo sigue siendo una referencia del mundo árabe-musulmán, por lo que las acciones contra sus intereses tienen un eco especial dentro del mundo árabe.
El transporte aéreo como objetivo del ISIS
Desde la década de 1930, el terrorismo ha buscado atentar contra aviones, aeropuertos e infraestructuras relacionadas con el sector aéreo. A lo largo de este largo periodo de casi un siglo, hemos asistido a secuestros, atentados con bombas y asaltos con armas automáticas contra aviones. Casi todos los grupos terroristas han intentado atentar en alguna ocasión contra aviones o aeropuertos. De hecho, algunos de los atentados más sonados de la historia han estado relacionados con el transporte aéreo, como el de Lockerbie en 1988, el derribo de avión de Avianca por parte del narco Pablo Escobar o el más famoso y cruel de todos: el 11 de septiembre.
Desde entonces, los ataques contra el sector del transporte aéreo se han incrementado exponencialmente. Entre otros, podemos destacar el atentado de 2004 en que dos chechenas destruyeron dos aviones en pleno vuelo, el reciente atentado del Estado Islámico contra el avión ruso sobre el Sinaí o el reciente ataque suicida del aeropuerto de Bruselas llevado a cabo por esta organización. Viendo esta cantidad de ataques terroristas, cabe preguntarse por qué hay esa tendencia a atentar contra el transporte aéreo. Podemos hablar de tres causas principales.
En primer lugar, debemos destacar que, en la mente de los terroristas, un atentado contra un avión es una oportunidad para asesinar a muchas personas de una sola vez. Debido a la fragilidad de los aviones en pleno vuelo, cualquier contratiempo puede suponer una tragedia, lo que sin duda es utilizado por los terroristas para crear masacres. En otras palabras, la efectividad está casi garantizada.
En segundo lugar, el transporte aéreo es el principal icono de la globalización. Compañías de bajo coste que no se identifican claramente con ningún Estado, portales de reservas 'online' o la posibilidad de viajar a cualquier lugar del mundo son algunas de las herramientas que ofrece el transporte aéreo a los ciudadanos de la sociedad civil global. Frente a esto, el Estado Islámico defiende un mundo complemente distinto, en el que los contactos entre ciudadanos de distintas confesiones religiosas son, simplemente, imposibles.
En tercer y último lugar, está el impacto que tiene un atentado contra un avión o contra una instalación aeroportuaria. Nada más producirse la pérdida de contacto, comienza la incertidumbre y esta no cesa hasta que se analizan las cajas negras. En muchos casos, ni siquiera se encuentran los restos del avión, lo que favorece el principal objetivo de los terroristas, crear terror y alterar los planes de la población.
Por ello, a falta de una confirmación, la desaparición del avión de EgyptAir que cubría la ruta París-El Cairo apunta a un atentado cuya autoría parece llevarnos al Estado Islámico. Habrá que esperar, pero si se confirman los hechos, estaríamos en la continuación de una política del terror contra aviones que comenzó con Al Qaeda y que el Estado Islámico ha asumido como propia.
*Alberto Priego es profesor del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia Comillas. Ha trabajado en varias universidades y 'think tanks' como la East West, la UCM o la University of London (SOAS).
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