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27 may 2016

La casa de una empleada doméstica en Brasil que se volvió una maravilla de la arquitectura mundial

Nació en una familia tan humilde que dormía en camas de paja hechas por su padre. Vivió bajo techos que se caían, diciendo en broma a su hijo que llovía más adentro que afuera. Pero con sus ahorros de empleada doméstica volvió su casa una maravilla de la arquitectura mundial.


"Cincuenta años economizando y lo conseguí", dice la brasileña Dalvina Borges a BBC Mundo desde su flamante residencia en Vila Matilde, un barrio popular en de la zona este de São Paulo.


Mejor conocida como doña Dalva, esta mujer de 74 años ha trabajado para diferentes familias desde que se mudó en 1965 de su Bahía natal, en el noreste de Brasil, al estado más rico y populoso del país, en la región sureste.
Con bloques de hormigón, piso de cemento, dos plantas y grandes ventanales, la casa será presentada en la Bienal de Arquitectura de Venecia, uno de los eventos internacionales más importantes en este arte y que comienza este fin de semana.
Además fue escogida la mejor casa del año por la plataforma digital especializada Archdaily y premiada el mes pasado por la Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo.
"Nunca imaginamos esta repercusión", dice Danilo Terra, socio del estudio de arquitectura Terra e Tuma, que realizó el proyecto. "Esta casa nunca la tratamos como algo especial".

Un techo donde vivir

El patio interno de la casaImage copyrightPEDRO KOK
Image captionEl estudio de arquitectura brasileño Terra e Tuma se encargó de construir la nueva casa de Dalvina Borges.
La historia comenzó en 2011, cuando un hombre preguntó a Terra sobre la posibilidad de reformar la casa de su madre. Era Marcelo Borges, hijo de doña Dalva.
Borges nació en São Paulo hace 42 años, y de pequeño vivió con su madre en la casa de la familia para la cual ella trabajaba como empleada con cama, algo habitual en los hogares de clase media y alta de Brasil.
Borges no tuvo hermanos y a su padre nunca lo conoció.
"La historia que mi madre cuenta es que cuando descubrió que estaba embarazada se lo dijo a mi padre, que no quiso asumir esa paternidad", señala."Sugirió que mi madre abortara, ella dijo que no y cada uno se fue por su lado".
A medida que el hijo de doña Dalva crecía, se volvió cada vez más difícil para ambos vivir en el mismo lugar donde ella trabajaba. Primero se mudaron al domicilio de unos familiares y después a una casa vieja en Vila Matilde, que compraron con ahorros.

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