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31 may 2016

‘Terminó la pesadilla’, dice inmigrante que pasó 16 años encarcelado erróneamente

Por años, Luis Ernesto Vargas anhelaba comer dentro de la cárcel una hamburguesa con aguacate y el fin de semana feriado su madre, Blanca Alatorre y su abogado Alex Gálvez le cumplieron el deseo.
En Santa Ana, Vargas pasó los últimos seis meses del periplo que vivió durante 16 años detrás de las rejas.Falsamente fue acusado de ser un violador en serie y hubiera purgado una sentencia de 55 años a cadena perpetua.
“Gracias a Dios ya terminó esta pesadilla”, dijo Luis a La Opinión. “Ahora, a comenzar un nuevo capítulo en mi vida, a establecer con mis hijos una relación que nunca tuvo falta de amor, sino de un abrazo físico y de decir cuánto nos queremos”.
Al mediodía del sábado partieron en comitiva desde su humilde hogar en Bell Gardens al restaurante Carl’s Jr. de la avenida Florence para probar algo que anheló por 16 años.
“¡Ahí está! ¡Esa es!”, dijo Luis, de 47 años de edad, señalando una hamburguesa.
Como si fuera un niño, literalmente devoró su hamburguesa, papas fritas y la bebida refrescante que preparó mezclando  todos los sabores ofrecidos en el lugar.
“Para él es como si fuera un manjar”, mencionó su progenitora. “Mire la alegría de su cara…es que volvió a nacer y yo recuperé algo que creí perdido”.
El pasado jueves 26 de mayo, Vargas fue liberado de la cárcel de inmigración de Santa Ana. Un día antes, su abogado había pagado una fianza de $7,000 dólares y salió libre.

Temió por su vida


En 1999, un jurado lo encontró “culpable” de haber atacado sexualmente  a tres mujeres que lo identificaron como el “Violador de la Lágrima”. Los hechos ocurrieron en febrero de 1998.
De la cárcel de Los Ángeles fue transferido a la prisión estatal de Calipatria, donde estuvo recluido de 2000 a 2006.
“Ahí miré a personas ser asesinadas o brutalmente golpeadas por los delitos que me acusaron falsamente a mí”, recordó. “Y me preguntaba ¿Cuándo me toca a mí? ¿Cuando seré yo el siguiente?”.
Por ello, -agregó- “tenia que caminar con mucha cautela, observar todas las miradas, las maneras y movimientos de los demás presos… tener en cuenta todo eso, porque todo podía suceder en un segundo, inclusive la muerte”.
Sin embargo, en noviembre de 2015, el juez William Ryan exoneró de los delitos al hombre, nacido en Tijuana, México.
Además, en una carta al juez Ryan, la fiscal Nicole Flood reconoció que era un caso de identidad equivocada y que la nueva evidencia apuntaba “infaliblemente a la inocencia”.

Determinantes pruebas de ADN


Debido a que Luis solamente era residente permanente cuando sucedieron los crímenes, fue puesto a disposición de las autoridades migratorias. Después de una primera repatriación, por un caso de violación de su ex pareja, reingresó ilegalmente a Estados Unidos.
Pero gracias a la intervención de abogados de The Innocent Project y un programa de la California Western School of Law, en San Diego, se encontraron fallas en el proceso.
Los abogados Alex Simpson y Rebeca Cohen solicitaron en 2013 que se realizaran nuevas pruebas de ADN (material presente en todos los humanos y que carga la información genética)  a la “evidencia” de violación y ropa de una de las víctimas.
Luis estaba recluido en la prisión estatal de Ironwood, en Blythe, California.
“Los abogados recolectaron mi ADN y me habían advertido que si estaba conectado a otros crímenes me iría peor”, relató Vargas a La Opinión. “Les di mi consentimiento para proceder y unos meses después me dieron la noticia de que estaba limpio de todas las acusaciones”.

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