Casi 6.000 invitados, numerosas calles cerradas al tráfico y hasta francotiradores vigilando las inmediaciones del bonito Mar de Mármara. Turquía llevaba meses cuidando de que ningún imprevisto pudiera estropear el llamado a ser el enlace del año en el país: la boda entre Sümeyye Erdogan, hija del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, y Selcuk Bayraktar, hijo a su vez de un importante empresario turco.
Numerosos medios de comunicación no solo de Turquía sino de otros países cercanos geográfica y políticamente, recogen los fastos de un enlace que se ha antojado millonario y que se ha celebrado este sábado en un centro cultural de un barrio de Estambul. La presencia de varios primeros ministros y otras autoridades internacionales ha obligado a que las fuerzas se seguridad turcas vigilaran palmo a palmo el escenario de la boda y se realizaran exhaustivos controles de acceso a gran parte de los invitados. Al enlace han acudido, entre otros, el primer ministro de Turquía, Ahmet Davutoglu (que acaba de anunciar que deja el cargo); el jefe del Estado Mayor, Haulusi Akar; y el expresidente Abdullah Gül. Además, también han sido invitados el primer ministro paquistaní, el presidente de Bosnia, el primer ministro de Albania y el exprimer ministro de Líbano.
A pesar de la opulencia de la boda, el presidente Erdogan ha pedido a los casi 6.000 invitados que ella cuantía de los regalos que quisieran hacer a los novios la destinen a una donación para las fuerzas armadas, la policía o las familias de los mártires.
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