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30 jul 2016

En la era de Obama bajó número de afroamericanos en altos cargos

Pamela Carlton, una ex ejecutiva de JPMorgan Chase & Co. y Morgan Stanley, estaba tan esperanzada como el resto de la población negra de Estados Unidos cuando Barack Obama fue elegido. Creía en la sociedad post racial y podía imaginar a una próxima generación que viviera sin enfrentar los obstáculos y el aislamiento que ella experimentó.
“Había una expectativa de que las cosas iban a mejorar”, dice Carlton, que trabajó en Wall Street luego de obtener una licenciatura en Derecho en la Universidad de Yale y desde 2003 encabeza la consultora Springboard.
En cambio, en muchos aspectos, los negros en Estados Unidos están peor. Solo cuatro compañías del S&P 500 –American Express Co., Merck Co., Carnival Corp. y Xerox Corp.– tienen al frente a afroamericanos, y eso caerá a tres cuando Ursula Burns deje su cargo como jefa de Xerox en unos pocos meses. En 2007, el año anterior al primer triunfo electoral de Obama, había siete. Ese fue el pico. El corredor que conduce a la oficina del máximo responsable también es estrecho. La mayoría de los ejecutivos que ocupaban puestos cercanos al CEO el año pasado eran blancos, 7,8 por ciento eran estadounidenses de ascendencia asiática y 4,2 por ciento, hispanos. Los negros representaban un 2,6 por ciento, según estadísticas compiladas por Richard Zweigenhaft, profesor del Guilford College.
Las juntas directivas, donde parecería relativamente más fácil diversificar, también tienen ahora una menor cantidad de directores afroamericanos. La proporción de directores de color era de 8,6 por ciento el año pasado, frente a 9,6 por ciento en 2010, muestran datos del reclutador Spencer Stuart.
“Todavía se conduce a los negros a las filas intermedias de empleados, en vez de llevarlos a la antesala de la oficina del CEO”, dice Ronald Parker, máximo responsable del Executive Leadership Council, un grupo que aboga por los afroamericanos. “Existe aún ese comportamiento cauteloso respecto de quién llega al cargo más alto”.
Parker llama esto “sesgo inconsciente”, lo cual consiste en juzgar a las personas por su aspecto, un “denominador común” que en gran parte está detrás de las luchas raciales en Estados Unidos. La fea situación a la que ha llegado el país en las relaciones raciales –desencadenada por una serie de muertes de negros a manos de policías y la reciente matanza de policías por francotiradores negros en Dallas y Baton Rouge, Luisiana– ha motivado algunas reevaluaciones corporativas, dice Katherine Giscombe, vicepresidenta de Catalyst, un grupo que aboga por las mujeres ejecutivas.
Obama ha sido una inspiración y modelo de rol para los afroamericanos, y se esperaba que sus dos presidencias cambiaran radicalmente y para mejor las relaciones raciales.
En el Guilford College en Greensburo, Carolina del Norte, Zweigenhaft, que investiga el papel de las minorías en las altas gerencias, tiene una teoría: un presidente negro, y unos pocos negros de alto perfil en cargos empresariales, aliviaron la presión. De súbito, “no era tan embarazoso” que en el sector corporativo de Estados Unidos predominaran ampliamente los blancos.
“A veces, tener un pequeño número que sea la excepción trabaja en contra del cambio”, dijo.

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