Las piñatas tradicionales se realizan con una olla de barro cocido, que es adornada con papeles de múltiples colores y se le colocan siete picos para simular una estrella.
En su interior, como se suele hacer en toda hispanoamérica, se rellena con frutas, dulces y juguetes.
Las fiestas para romper con palos la piñata se llaman posadas, que hacen alusión a las fiestas religiosas que se celebraban en Centroamérica, durante la colonia, en los nueve días previos a la navidad.
Aunque en países como Venezuela la tradición es romper una piñata durante los cumpleaños infantiles, y los obsequios son para los más jóvenes; en México todos los participantes de las posadas tienen lugar en el turno para vendarse los ojos y romper el objeto.
La tradición tiene relación con los métodos agustinos para evangelizar en la nación azteca, ya que mezcla los rituales indígenas y los cristianos. Una de las étnias, los Acolhuas, amaban la música, cantos y danzas, por lo que los frailes decidieron convertirlos a través de estos medios.
La piñata, con sus colores brillantes y forma característica, tenía como fin ser llamativa, ya que para los religiosos el mal lo era, por lo que le añadieron las siete puntas para representar los pecados capitales, que luego eran destruidos con "una fe ciega", utilizando para ello una venda.
El uso de las ollas de barro tiene su origen en la tradición de los indígenas de romper sus cazuelas cada 52 años, al finalizar cada ciclo y así "romper con lo viejo".
Fuente: Globovisión con información de AFP / LMAG














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