Antonio Halili, quien había sido denunciado por el presidente Rodrigo Duterte, recibió un disparo en el pecho durante el izado de bandera en la alcaldía de Tananuan, al sur de Manila, la capital.
La situación causó caos y pánico entre las personas que habían asistido a la ceremonia y los guardaespaldas incluso devolvieron el fuego, aunque el tirador logró escapar.
Halili, en tanto, murió poco después en el hospital.
De acuerdo al jefe de la policía Renato Mercado, el disparo se hizo desde una distancia de 150 metros. "Fue extraordinario, no pudo haber sido hecho por una persona común. Sus habilidades se comparan a las de un francotirador entrenado", dijo a la agencia AFP.
En un principio Halili se había acercado a Duterte, asegurando que compartía la dura política del presidente contra el narcotráfico que se ha cobrado miles de vidas en los combates entre las fuerzas de seguridad y los criminales.
Pero en 2017 su nombre apareció en la "narcolista" de Duterte, por presuntos vínculos con las bandas criminales.
A raíz de esta revelación las autoridades nacionales le quitaron el control de la policía local, aunque Halili siempre negó las acusaciones.
Si bien los asesinatos políticos en Filipinas no son una novedad, la muerte de Halili a plena luz del día y en el marco de una denuncia del presidente provocó una escándalo.
"Esto es claramente un caso de ejecución extra judicial resultante de la llamada 'guerra contra las drogas' lanzada por el gobierno", indicó el senador y líder de la oposición Francis Pangilinan en un comunicado.
"Es la imagen filipina de 'lejano oeste' que apagado los deseos de inversores locales y extranjeros", agregó.
Según el propio gobierno, 4.200 sospechosos han sido asesinados en el marco de la "guerra contra las drogas", una política central de la administración Duterte.
Aunque organizaciones de derechos humanos hablan de una cifra real tres veces superior y que tanto la policía como los oscuros 'vigilantes' están asesinando a personas ya ni siquiera con pruebas de tengan vínculos con el narcotráfico.
Otros tres alcaldes presentes en la "narcolista" han sido asesinandos, uno de ellos dentro de la prisión en la que se encontraba.
Para el jefe policial Mercado la muerte de Halili podría estar relacionada a sus presuntas actividades ilegales.
En un giro inesperado, el portavoz de Duterte, Harry Roque, condenó el crimen y celebró a Halili como el alcalde de "uno de los pueblos más progresistas" de la provincia de Batangas.
Con información de AFP
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