El mundo de los sueños es un mundo fascinante y poco conocido aún por la ciencia. Algunas mañanas recordamos vívidamente lo que soñamos, mientras que otras tenemos una vaga idea o no sabemos absolutamente nada de lo que pasó por nuestra mente durante el descanso.
Las áreas relacionadas con la intensidad emocional de los sueños, entre otras, también actúan en horas de vigilia, por lo que se podría decir que el hardware -nuestro cerebro- no cambia, pero sí la forma en que se procesan los datos.
Es decir, los pensamientos nocturnos y diurnos son iguales, pero no se recuerdan de la misma manera.
Durante la fase REM, que es cuando más soñamos, las ondas que emite nuestro cerebro hacen difícil procesar la información, de forma que podemos recordar vagamente lo que soñamos, pero no con total exactitud. Los conectores neurales que producen las memorias no sincronizan bien, y por ende, no recordamos todos los sueños que tenemos.
El área del cerebro relacionada con los sueños es la misma que el área cognitiva. Se ha visto que cuando el electroencefalograma mostraba un ligero patrón oscilatorio durante el REM, era cuando las personas recordaban lo que había soñado.
Para tener un recuerdo, primero necesitamos formarlo en el hipocampo, y después este se mueve a otras partes del cerebro -especialmente al neocortex-. Esta sincronización desaparece durante el sueño, por lo que es muy difícil que se recuerde lo que soñamos.
Soñar incluye diferentes procesos cognitivos, incluyendo procesos de desorganización y desincronización, por lo que se plantea realmente si el sueño que tenemos y no recordamos es importante o no.
Sin embargo, no se sabe por qué unas personas recuerdan más que otras o por qué algunos sueños son más vívidos y otros es como si nunca hubiera existido. Se cree que es más fácil de recordar a aquellos que despiertan ansiedad
Se dice que al menos tenemos cinco sueños por noche
Pero, ¿por qué no los recordamos? Por un lado, existe la teoría de la represión de Freud, que dice que nuestros sueños son deseos que tenemos, y que si no los recordamos es porque nuestro cerebro los bloquea si no estamos preparados para manejarlos, y nos resultarían traumáticos. Lógicamente, Freud relaciona prácticamente todo al ámbito sexual.
Otras teorías hablan de sueños que no recordamos porque no son interesantes, otras anuncian que no recordamos lo que soñamos porque es poco comprensible como para que nuestra mente despierta le encuentre un sentido. Los sueños kinestésicos son otra opción válida: perdemos los movimientos físicos que hacemos dormidos cuando nos movemos por primera vez despiertos.
Fuente: Globovisión |culturizando|CP
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