China permitirá a partir de ahora tener un tercer hijo a cualquier familia. Es el primer cambio radical en su política de natalidad después de abandonar, hace cinco años, la política del hijo único para autorizar que las parejas pudieran tener dos hijos. La medida se adopta para tratar de combatir su grave problema de envejecimiento, el más rápido del mundo en el país más poblado del planeta.
La decisión, según ha anunciado la agencia de noticias estatal Xinhua, se ha tomado este lunes en una reunión del Politburó del Partido Comunista de China, presidida por el jefe de Estado y secretario general del PCCh, Xi Jinping.
“Las políticas de natalidad van a mejorarse. Se introducirán normas que permitirán que una pareja pueda tener hijos, con medidas que lo apoyen”, indica el comunicado distribuido por Xinhua. “Esto mejorará la estructura demográfica de China, responderá de manera activa al envejecimiento de la población y mantendrá las ventajas del dividendo demográfico”, agrega.
La medida se anuncia después de que el nuevo censo chino, hecho público este mes, pusiera de relieve el grave desafío demográfico que afronta la segunda economía del mundo. China superó en 2020 los 1.411 millones de personas, pero el ritmo de crecimiento en la última década se ha reducido al más bajo desde que se impuso la política del hijo único hace cuatro décadas. La población comenzará a disminuir en los próximos años; en el empobrecido noreste del país, esa caída de habitantes ya ha empezado.
Los menores de 14 años representan el 17,95% de la población actual, según los datos oficiales del censo. Hace una década, sumaban el 19%. Aunque el número de nacimientos aumentó inmediatamente tras la eliminación de la política del hijo único en 2016, no se han alcanzado las previsiones oficiales y la tendencia volvió a recuperar el camino descendente; desde entonces, cada año han llegado menos bebés chinos al mundo. En 2019 nacieron 14 millones. En 2020, solo 12 millones; el índice de fertilidad se situó en 1,3 hijos por mujer.
Por el contrario, el número de mayores aumenta a toda velocidad. En 2020, la población mayor de 60 años ―la edad de jubilación para la mayoría de chinos varones; para las mujeres, es de 55 años― representaba el 18,7% del total, mientras que 10 años antes constituía el 13,3%. Es el segmento que más crece. Los chinos en edad laboral, en cambio, eran el 63,35%, cuando en 2010 sumaban el 70,1%.
El rápido envejecimiento amenaza con convertir a China en una sociedad anciana a pasos agigantados. Un problema que encaran otros países prósperos, España entre ellos, pero que la segunda economía del mundo afronta con un PIB per capita mucho más bajo, y con un sistema de seguridad social que todavía padece muchas carencias.
En buena medida, China había basado el éxito de su desarrollo económico de las últimas cuatro décadas en una abundante fuerza laboral muy joven y de salarios bajos, que hacía muy competitivas las fábricas en la franja costera del país. Era el llamado “dividendo demográfico”. Ahora, afronta en el horizonte escasez de mano de obra, y la necesidad de adaptar su economía y sus infraestructuras a una población de mayores.
El País.
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