La inteligencia artificial aplicada en vehículos se ha cobrado la primera víctima. Joshua Brown, el dueño de un Tesla Model S, de 45 años y nacido en Ohio, perdió la vida cuando su coche se metió debajo del remolque de un camión en una carretera de Florida. Según el registro oficial los hechos sucedieron el pasado 7 de mayo a las 3:40 de la tarde. El conductor del camión, Frank Baressi, de 62 años salió ileso, declaró que el coche iba a gran velocidad y no frenó.
El accidente tuvo lugar cuando el camión hizo un giro a la izquierda y el Tesla terminó debajo de la carga, quedando enganchado. El coche siguió en la autovía hasta que chocó con una valla. Brown, conductor pasivo que había delegado en el piloto automático del coche perdió la vida al momento. En un vacío legal, por ser el primer caso, todavía no está claro quién se hará cargo de la situación. Se da la circunstancia de que Brown era un entusiasta de esta tecnología, tanto que su canal de YouTube era uno de los más populares. Solía grabar cómo era la experiencia e incluso llegó a defender que prevenía accidentes. “Me tiene muy sorprendido lo rápido que aprende. Cada vez lo hace mejor en carreteras con curvas. Frena hasta llegar a la velocidad adecuada, de forma paulatina. Y no se precipita en las salidas”, escribió en un comentario.
El organismo dedicado a controlar la seguridad en las carreteras de Estados Unidos, conocido por sus siglas NHTSA se ha limitado a decir que van a estudiar las implicaciones del caso.
Tesla, la empresa fundada por Elon Musk, con sede en la Fremont, en la Bahía de San Francisco, ha lamentado el accidente a través de un comunicado: “El cliente que ha muerto en el choque tenía una familia que le quería. Estamos más que tristes por su pérdida. Era un amigo de Tesla y de toda la comunidad del coche eléctrico. Puso su vida por la innovación y la promesa que mantenemos como misión en Tesla. Queremos mostrar nuestra compasión a su familia y amigos”.
Además, aportan algunas cifras, como que es la primera muerte en más de 130 millones de millas (209 millones de kilómetros) con el piloto automático activado frente una muerte por cada 60 millones de millas (96 millones de kilómetros) cuando conduce un humano de media en todo el mundo. Añaden un matiz: “Tesla ha informado a la NHTSA del accidente tan pronto como lo supimos para determinar si el sistema funcionó según las expectativas”.
A pesar de la gran cantidad de cámaras y sensores que tienen los vehículos de Tesla, ni el conductor ni el sistema detectaron la parte trasera del camión. En el documento se cita que la parte del remolque era blanca y la luz de ese día radiante.
Como norma general, Tesla desactiva el piloto automático cuando requiere la atención del conductor y no se recomienda su uso en zonas urbanas, por ejemplo. Insisten, además, en que se deben tener ambas manos sobre el volante siempre. De hecho, emite señales similares a las de la mayoría de los vehículos cuando un pasajero no se pone el cinturón. Si el conductor no posa las manos, el coche frena paulatinamente hasta que lo hace.
Las acciones de Tesla cerraron a 212 dólares, bajaron un 2,5% con respecto al día anterior. Desde 2013 han subido un 500%. En los planes de Tesla, cuya valoración alcanza los 30.000 millones de dólares y ha lanzado una oferta por Solar City, la empresa líder en energía solar, no entra ser rentable hasta 2020.
La carrera por el coche autónomo tiene dos protagonistas, Google y Tesla. Uber, el servicio de conductores particulares, también investiga de la mano de la Universidad Carnegie Mellon esta tecnología, pero sin presentación de resultados o muestras públicas. Desde hace dos años Google ha presentado dos fórmulas: la adaptación de un Lexus todoterreno y un biplaza creado por ellos mismos. El denominado coche koala, por su extravagante diseño, está pensado para pequeños trayectos y apenas pasa de 80 kilómetros por hora. Google lo ha usado con prudencia, siempre en manos de empleados que lo usan de manera voluntaria y cerca de su sede principal. Tesla dio la sorpresa en octubre de 2015, pero no ha sido hasta el mes de abril cuando ha comenzado a funcionar de manera más habitual.
El punto de fricción para la adopción de estos vehículos de manera más amplia, no solo estriba en la necesidad de contar con más puntos de carga eléctrica, sino sobre todo en la combinación de conductores humanos y vehículos manejados por inteligencia artificial. La imprevisibilidad de las personas, también de łos peatones, complica muchas decisiones. También tiene implicaciones éticas sobre toma de decisiones y responsabilidad en caso de accidente
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