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27 oct 2018

Frontera Cautiva, una investigación de 19 periodistas de Ecuador y Colombia. En ella se muestran nuevos datos, además de un recorrido paso a paso por lo sucedido en la frontera binacional.
Uno de los relatos, es el de Javier Ortega que fue denominado como un último relato. “El carnet de prensa (…) es la única pertenencia que se halló junto a sus restos en la selva colombiana. Aunque está algo deteriorado es un tesoro para su familia. A su padre, Galo Ortega, no se le ocurrió nada mejor que dejarlo en cloro unos días para quitarle el olor que tenía impregnado”, inicia la investigación.
Añade que la última vez que Galo vio a su hijo fue el 25 de marzo de 2018 y eran las dos de la tarde de un domingo. “Yo estaba bastante delicado de mi salud, apenas me levanté y le di un abracito. Ese es el dolor que me queda”, se lamenta. “Otras veces le daba un abrazo muy fuerte, la bendición y un besito en la mejilla”, indicó.
Los periodistas de Frontera Cautiva indican que “las libretas de apuntes y los artículos del periodista permiten completar sus últimos pasos”.
Señalan, además, que Javier nunca pudo publicar “una información que se hubiera podido volver una de sus grandes exclusivas: la existencia de un canal de comunicaciones secreto entre la policía de Ecuador y el grupo de Walther Arizala, alias ‘Guacho’”.
En el texto, se detalla cómo fue el ingreso del equipo periodístico a Mataje. Ellos señalan que “los militares hicieron fotos de sus credenciales y los dejaron pasar. Supuestamente, con las advertencias de que lo hacían bajo su responsabilidad, tal y como declararon después en la Fiscalía. El contralmirante John Merlo, jefe militar de la zona, también fue llamado a declarar en la Fiscalía para aclarar cómo pasó el periodista. Su declaración se mantiene en reserva”.
“Los compañeros del periódico saben que Ortega no quería fallar en su misión. En este año, había viajado menos que su otro colega a la frontera y no había tenido mucha suerte con las historias que había traído, según sus propias colegas. Por eso este viaje era especial y tenía la determinación de llegar a Mataje. Aunque cada paso que daba lo sometía a consulta con sus compañeros en Quito”, describe la investigación.
Durante la serie de reportajes que Ortega presentó, Frontera Cautiva recuerda a algunos: “Javier y su compañero de la sección de Seguridad, Fernando Medina, recibieron el encargo de contar todo lo que pasaba. Hicieron relevos para desgranar el quehacer de los grupos armados. Dieron con locales comerciales en poblaciones fronterizas donde se vendían joyas con precios que sobrepasaban los 1.400 dólares. Escucharon la anécdota sobre las 150 botellas de whiskey, tequila y ron vacías que costaban entre 180 y 200 dólares y que se consumieron en la fiesta de un supuesto narcotraficante. Publicaron más de 20 reportajes desde la frontera en los primeros meses de 2018”.

LAS LIBRETAS DE JAVIER ORTEGA

El Comercio entregó una serie de libretas al padre de Javier. En ellas, el periodista había escrito de narcotráfico, construcción de submarinos para los carteles en el pueblo de Palma Real. Además, de embarcaciones con doble fondo para llevar cocaína. Sobre los envíos que salen en la noche equipados de GPS, sobre los pescadores que hacen de ‘campaneros’, entre otros.
Uno de los temas que lo mantenía en constante investigación era la línea de comunicación entre la Policía ecuatoriana y los disidentes colombianos. Este canal, que según la alianza periodística, se abrió casi dos meses antes del asesinato de los periodistas.
“Pocos días antes del secuestro de Javier, Paúl y Efraín, miembros de inteligencia de la policía tenían conocimiento de que los civiles estaban en la mira de Guacho. Los policías también sabían, según un informe de Inteligencia hecho en febrero, que Guacho tenía dos casas de descanso en el pueblo de Mataje. Esta información que tampoco se compartió con los periodistas que se aventuraron en la zona”,  se revela en la información publicada.
El 26 de marzo, se conoció del secuestro por mismo canal de comunicación del que Javier tenía información:
“Hola. Hola. Nunca me vas a aceptar lo que le informo. Tengo 3 personas retenidas ecuatorianas. 2 periodistas de Quito y el chofer. En sus manos está la vida de esas personas. Hola. Hola. Que más cuenta. En 10 minutos tengame respuesta o desaparecerán esos señores”. Una foto de los tres acompaña este mensaje.

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