El ciberacoso o ciberbullying es una realidad cada vez más extendida en las aulas que se ha propagado peligrosamente entre jóvenes y adolescentes, junto a su derivada más popularizada actualmente: la sextorsión. Este tipo de acoso entre menores se vale de las nuevas tecnologías, los canales de mensajería instantánea y las redes sociales para amenazar, hostigar e intimidad a las víctimas, cuando no abusar de ellas, de forma repetida en el tiempo.
Para detectar un caso de ciberacoso es fundamental la comunicación entre padres e hijos. Si nuestros hijos ven que cuidamos nuestra reputación online, ellos harán lo mismo. Es importante estar al día en las últimas modas y redes sociales que utilizan los adolescentes para poder hablar con ellos de los ajustes de privacidad, enseñarles a reconocer perfiles falsos o por qué deben de desconfiar de correos y mensajes que les pidan sus datos personales, bancarios o contraseñas.
Educación y concienciación, por tanto, se imponen para evitar o, al menos, detectar a tiempo este tipo de conductas de ciberacoso.
Evita, de igual modo, espiar o mirar su smartphone, tablet u ordenador de forma recurrente e inquisitoria. Es mejor hacerlo de una forma pedagógica e inclusiva, compartir experiencias les hará abrirse más fácilmente. Otro buen truco puede ser colocar el ordenador en una zona común de la casa y marcar horarios de uso de internet y los dispositivos móviles.
También existen muchos tipos de herramientas de control parental con las que puedes saber cómo usan su móvil, pero opta por ellas de una forma natural para que no se sientan controlados.
Hay que estar atentos también a los cambios de humor repentinos, ante el deterioro de sus relaciones sociales o el cambio repentino de sus amistades. Si se muestran tristes o nerviosos a la hora de consultar el ordenador y el móvil.
Fuente: GV/ ABC de España
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