La semana pasada, las tan anheladas fechas para entrevistas de petición de asilo a EE.UU. llegaron a migrantes que aguardan en el estado mexicano de Tamaulipas, limítrofe con territorio estadounidense. Pero, tras largos meses de espera y penurias los resultados acaban con sueños o no son alentadores.
Cerca de 20 personas se presentaron a la entrevista, a través de video, donde un juez les ha negado su asilo humanitario y les ha fijado nuevas fechas, alargando más la espera, algunos ya pierden la esperanza.
“Solamente nos dan más largas y cada vez perdemos más la esperanza de que nos vayan a aceptar, a una persona le volvieron a dar la cita en febrero, no podemos seguir así”, dice al periodicocontacto.com una migrante que prefiere no identificarse por miedo a represalias.
Desde fines de enero cuando se implementó el Protocolo de Permanecer en México (MPP) han regresado más de 42.000 migrantes, cita Univisión.
El pasado 11 de septiembre la Corte Suprema de EE.UU. levantó el bloqueo que había impuesto una corte local a las restricciones del presidente Donald Trump que obligan a migrantes interesados en asilarse realizar su solicitud desde un tercer país, lo que empeorará la situación en las fronteras.
En Matamoros, un municipio de Tamaulipas, unos 150 migrantes son retornados a diario desde EE.UU., aceptando la opción que ofrece el Gobierno mexicano de regresarlos a sus países de origen, afirma el delegado federal, José Gómez.
En el puente las condiciones de vida son difíciles, hay hacinamiento, no existen duchas, solo unos cuantos baños portátiles. A esto se suma la inseguridad por la violencia y el crimen organizado en Tamaulipas, donde en el 2018 se cometieron 791 homicidios, según cifras oficiales.
“La mayoría de los migrantes que nosotros atendemos en Matamoros son los que se quedan en el puente fronterizo (…) muchos de ellos saben que es una ciudad peligrosa y no se atreven a dejar el puente”, dice Marta Martínez, voluntaria de la misión de la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF), que trabaja en Matamoros y Reynosa, municipios de Tamaulipas.
Hay migrantes de todas las edades y en su mayoría son familias, quienes reciben atención en salud mental, trabajo social y apoyo médico. En el 2018 se dieron 8.986 consultas médicas y 1.857 consultas de salud mental. Los cuadros que se repiten con frecuencia son enfermedades de la piel, respiratorias y estomacales, según la organización humanitaria.
En la zona existen albergues manejados por religiosos y no son suficientes para acoger a todos los migrantes. Por ello muchos aguardan en el puente durmiendo en tiendas y a la espera de que fundaciones o los mexicanos les den comida, refiere MSF.
Otros, ya cansados de la situación, toman el transporte que puso a disposición el Gobierno mexicano para trasladarlos a la frontera sur. “Esto fuerza a los migrantes a intentar cruzar nuevamente si es que tienen una cita para solicitar asilo y los expone a los peligros de la ruta”, dice Martínez.
Al drama se suman las denuncias de juicios secretos a migrantes bajo el MPP, que son a puertas cerradas, sin testigos ni abogados, según la Asociación Americana de Abogados de Inmigración.
Fuente: El Universo
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