George Contreras, paramédico de un hospital privado de Nueva York, durante sus 30 años de oficio, nunca había "visto morir a tanta gente durante un turno, día a día". Tampoco llegó a pensar que la ambulancia en la que se transporta iba a ser escenario de despedidas entre parientes y sus familiares recién fallecidos por coronavirus.
En la historia contada por el diario estadounidense Daily News, Contreras afirma que lo que más ha cambiado es que ahora “tenemos el sombrío deber de declarar a la persona muerta en casa”. Antes de la llegada de la pandemia era responsable de administrar medicamentos, terapia intravenosa e intubar pacientes. Con el coronavirus, pasa los días haciendo reanimaciones constantes.
George es el subdirector del centro de medicina de desastres del New York Medical College. Allí también enseña salud pública y gestión de emergencias. Es profesor en manejo de emergencias en la universidad John Jay College of Criminal Justice.
"Nunca pensé que mi ambulancia se convertiría en una funeraria".
El paramédico inicia su turno de 12 horas a las 7 p. m. “Usualmente, la ciudad de Nueva York tiene más o menos 4.000 llamadas por día al 911. En estas semanas hemos visto días que han tenido más de 7.200 llamadas por día”, cuenta el estadounidense, hijo de padres ecuatorianos, reseña El Tiempo.
Mientras que en los primeros cinco días de abril del 2019 se reportaron 131 muertes en Nueva York, este año, en el mismo lapso, fueron anunciadas 1.125, cuenta George.
El paramédico recuerda con claridad una ocasión en la que un hombre llevaba dos semanas contagiado y se negó a que su familia llamara al 911, pues quería quedarse en casa. Llegó un día en que ya no podía respirar y había amanecido sin aliento. Su familia se comunicó al 911. Contreras llegó, el hombre dejó de respirar y también perdió el pulso. Intentó reanimarlo, pero no fue posible y falleció en la parte trasera de su ambulancia.
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