Las principales zonas comerciales de Lima, como Gamarra y el centro histórico, bullían de gente en el inicio de la segunda etapa de la reactivación económica, unos rostros que representan en su mayoría al Perú informal o independiente que no pide permiso para buscarse la vida en plena pandemia.
Mientras la epidemia del COVID-19 dejó cerca de 4.000 fallecidos en el país, el Gobierno de Martín Vizcarra dio paso a la siguiente etapa de la reactivación para permitir el retorno del 70 % de la actividad económica, después de más de 70 días de un confinamiento que formalmente se extenderá hasta el 30 de junio, reseñó EFE.
En la primera semana de esta segunda etapa, que arrancó el pasado lunes, en la que se permiten el comercio electrónico, los servicios técnicos a domicilio y el "delivery" a domicilio, se generaron tumultos en los paraderos del transporte público y de vendedores ambulantes en distintas zonas, como el emporio textil de Gamarra, que fue cerrado de inmediato con el apoyo de las Fuerzas Armadas.
EMPORIO TRAE NEGOCIOS
En un rápido tamizaje, las autoridades confirmaron que los paraderos van camino a convertirse en el nuevo foco de contagios del coronavirus en el país, mientras que el alcalde del distrito de La Victoria, George Forsyth, donde se ubica Gamarra, graficó su impotencia al pedir a la gente que no acudiera a su jurisdicción porque es uno de los distritos más infectados en todo el país.
Pero con poco éxito.
En Gamarra hay zonas de venta de telas e insumos para los confeccionistas, como también galerías de venta de ropa, que mueven millones de soles al año.
La diseñadora de moda Patricia Flores, que acudió a recoger tela de Gamarra para confeccionar una colección de exportación, se encontró con los ambulantes que tomaron las calles para vender todo tipo de prendas.
"La gente está desesperada porque quieren empezar a trabajar, porque quieren empezar a hacer negocio porque obviamente necesitan plata, eso está pasando", comentó a EFE el investigador principal del Grupo de Análisis para el Desarrollo (Grade), Hugo Ñopo.
EMPLEOS PERDIDOS
Lo cierto es que la larga cuarentena en Perú causó la pérdida de más de un millón de puestos de trabajo, alrededor de 70.000 millones de dólares en pérdidas en ventas de distintos sectores y agudizó los problemas para 6 millones de trabajadores independientes en el país.
El alto número de independientes, reflejado también en que el 95 % de empresas en el país son microempresas, resultó contraproducente para Perú, según afirmó el analista.
RESCATANDO EL POLLO A LA BRASA
Con la reactivación de la economía se lanzó también un salvavidas a miles de negocios, como los restaurantes que podrán vender para llevar y entre ellos destacan los especializados en pollo a la brasa, considerado uno de los platos bandera peruanos.
Muy populares y relativamente baratas, las pollerías absorben también bastante mano de obra o dan sustento a familias enteras que trabajan en el negocio.
No parece muy alentador, ya que las clases populares, las que sostienen con su demanda ese sector recién comienzan a luchar para recuperar sus ingresos y están lejos de permitirse cualquier lujo.
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