Una mujer ha visto la obra “Pass Over” múltiples veces en pocos días. Se sentó con el público una noche, regresó otro día para estar en la parte trasera del teatro y otra vez vio toda la función entre bambalinas.
Y no es que sea una súper fan. A la doctora Blythe Adamson le encanta la obra, pero está investigando algo más que teatro: la manera de reducir el riesgo de transmisión de COVID-19.
Adamson tiene la misión de hacer que el Teatro August Wilson sea más seguro a ambos lados del escenario. Incluso ha subido a la azotea para inspeccionar el nuevo sistema de ventilación HVAC que inyecta aire fresco y colocó filtros portátiles de aire por todo el edificio. Ha charlado con gerentes de producción para comprender el movimiento de gente entre bambalinas y también ha pasado tiempo en el vestíbulo durante las funciones para encontrar cuellos de botella. Una vez pasó una función deambulando en los baños para encontrar posibles puntos de contagio.
Adamson apoya una política de soluciones en capas: esfuerzos múltiples y superpuestos que actualmente se basan en pruebas rigurosas para todos y filtros por todas partes. Esto implica escuchar a la ciencia más avanzada y cambiar los protocolos si es necesario. También prepararse para el inevitable resultado positivo de las pruebas.
“Aprenderemos sobre la marcha y hacemos nuestro mejor esfuerzo por fijar las políticas que creemos que mantendrán a la gente más segura. Pero debemos ser flexibles y ágiles para que, al observar, podamos cambiarlas y actualizarlas”, dijo.
La mayoría de los 41 teatros de Broadway se construyeron antes de la era de la Gran Depresión y presentan un riesgo excepcional en lo que respecta a la transmisión, con espacios estrechos entre bastidores, ventanas selladas y poca ventilación. El público, generalmente personas mayores, se congrega afuera de los baños y bares durante los intermedios, mientras que las entradas y salidas son limitadas.
Tras bambalinas, mientras las estrellas tienen sus propios camerinos, la mayoría del elenco y los suplentes comparten salas diminutas, y la orquesta está apiñada en un foso bajo el escenario. La utilería y los vestuarios se tocan múltiples veces durante la noche. Se necesitan nuevos protocolos por todas partes.
Disney Theatrical Group ha implementado cinco pilares para mantener a la gente segura: vacunas obligatorias, pruebas frecuentes, bastante material de protección personal, higiene regular de las manos y limpieza de superficies, así como la actualización de los sistemas de ventilación.
Los miembros de la compañía se hacen pruebas de PCR todos los días y hay planes para una prueba adicional de antígenos, mucho más que los protocolos del sindicato. Como Disney tiene niños en sus compañías, se apega al mandato de uso de cubrebocas tras bambalinas.
Examinar cada aspecto de sus producciones ha llevado a todo, desde instalaciones en los baños que no requieren contacto táctil, hasta terminar con las tradicionales firmas de autógrafos de los actores al final de la función. Los gerentes incluso se dieron cuenta que dos actores en una obra que no pasaban tiempo juntos en el escenario sí compartían un camerino, por lo que había un mayor riesgo innecesario si alguno de ellos se enfermaba.
“Ese es el tipo de cosas que tienes que revisar y cambiar”, dijo Intagliata. “Tenemos que dar un paso atrás y reevaluar”.
“Pass Over”, la primera obra estrenada en Broadway desde que la pandemia cerro los teatros en marzo de 2020, estaba casi perfectamente diseñada para mostrar una vía post COVID-19: sólo tiene tres actores, dura 90 minutos, no tiene intermedios ni músicos.
“Es la obra correcta para ser la primera”, dijo Adamson. “Si no podemos hacer que funcione con este, entonces no entendemos qué funciona. Con los musicales será más difícil, pero tenemos las herramientas”.
Adamson sospecha que los espectáculos más grandes tendrán que hacer pruebas de PCR para todo el personal cuatro a seis veces por semana. Para reducir costos, sugirió que las hagan en grupos. “Pass Over” combina hasta 24 muestras de saliva en una prueba PCR y las separa entre acomodadores, vendedores de entradas y actores.
En cuanto al público, quien quiera ver “Pass Over” y un musical de Bruce Springsteen, las únicas puestas en Broadway por algunas semanas más, ambas son una muestra de lo que podría ser una nueva normalidad: pruebas de vacunación completa y mascarilla obligatoria adentro del teatro.
Para infiltrarse en el Teatro August Wilson, el virus se las tendría que ver con Pam Remler, una exgerente de producción que ahora está a cargo de la seguridad contra el COVID-19. Como gerente de producción en el teatro durante la larga temporada de “Jersey Boys”, conoce todos sus secretos.
“Me siento como una madre. Simplemente voy a proteger a todos en ese edificio protegiendo el edificio de afuera hacia adentro”, dijo.
Remler obtiene muestras de saliva de actores y trabajadores a diario, programa pruebas y hace rastreos de contactos. Inspecciona los varios filtros del teatro y hace cumplir los requisitos de cubrebocas y distanciamiento social.
“Esto es absolutamente factible. Podemos tener una industria. Podemos hacerlo bien. Se requiere que todos nosotros lo hagamos, pero es absolutamente factible”, dijo Remler.
También se han realizado pequeñas modificaciones. En lugar de una fiesta de estreno en un restaurante atiborrado, el elenco y equipo de producción de “Pass Over” realizó una fiesta al aire libre. La utilería se limpia constantemente, los dispensadores de agua no requieren contacto y los productores contrataron a suplentes adicionales en caso de que algún actor no pueda presentarse.
“No tenemos una estrategia que se haya quedado igual. La cambiamos todos los días”, dijo Matt Ross, el productor principal. “Creo que hay más cosas que deben hacerse en las obras más grandes, pero se aplicarán los mismos principios”.
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