Se trata de una cueva ubicada en Turquía que ha sido redescubierta por investigadores de la Universidad de Salento (Italia). El lugar pertenecía a la antigua Frigia y se usaba para realizar sacrificios de animales por parte de sacerdotes.
Los científicos han comprobado ahora por qué las bestias perdían la vida al acercarse al recinto. La causa es una actividad sísmica subterránea, a través de la cual se expulsa gran cantidad de dióxido de carbono volcánico a la superficie que mataba a los animales, pero no a los sacerdotes.
Especialistas de la Universidad de Duisburg-Essen, en Alemania, tomaron muestras de los niveles de dióxido de carbono en el área que rodea la cueva y hallaron que el gas forma una especie de ‘lago’ que se llega a elevar 40 centímetros sobre el suelo.
Uno de los datos más sorprendentes es que esta zona continúa siendo igual de mortal que entonces. El gas se disipa por el sol durante el día, pero es más mortal al amanecer, cuando la concentración alcanza más del 50% en el fondo del ‘lago’, llegando a alrededor del 35% a 10 centímetros de altura, cantidades que incluso podrían matar a un humano. Sin embargo, por encima de los 40 centímetros, la concentración disminuye rápidamente.
Russia Today














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