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6 dic 2021

La premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, condenada a cuatro años de cárcel

Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi
Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi - Cortesía

Un tribunal birmano condenó a cuatro años de cárcel a la lideresa depuesta, Aung San Suu Kyi, por incitar a la violencia e incumplir las medidas de control de la pandemia. Es la primera sentencia de la demolición judicial orquestada por la Junta militar tras su asonada en febrero. También le cayeron cuatro años por los mismos delitos a Win Myint, presidente y principal aliado de la Premio Nobel.

En el horizonte judicial de Suu Kyi esperan delitos como la violación de la ley nacional de importación por unos walkie-talkies que usaban sus guardaespaldas, fraude electoral, recepción ilegal de lingotes de oro y de medio millón de euros y el incumplimiento de una mohosa acta colonial de secretos de estado. 

La suma de sus penas ronda el siglo y escasean las expectativas de que disfrute de algo parecido a un juicio justo. El tribunal está bajo el paraguas de los golpistas, cerró las puertas a observadores internacionales y prohibido a los abogados que hablen con la prensa. Del desarrollo de los procesos se sabe por los sucintos comunicados oficiales y las organizaciones de derechos humanos consignaron todo tipo de atropellos, reseñó el medio El Periodico.com.

La condena por incitación a la violencia está motivada en las peticiones a su pueblo de oponerse al golpe y en la carta que envió su partido, la Liga Nacional por la Democracia (LND), a diferentes organizaciones internacionales pidiendo que no reconocieran al Gobierno militar. El delito por ignorar los protocolos de seguridad contra la pandemia, por su parte, alude a un acto electoral del pasado año.

En arresto domiciliario

El Ejército tomó el Parlamento en la sesión de investidura tras las elecciones de noviembre que habían otorgado otra victoria aplastante a la LND. Suu Kyi fue detenida poco después junto al grueso de su formación política y permaneció desde entonces en arresto domiciliario. Se ignora si la condena la enviará a la cárcel o podrá cumplirla en su mansión colonial junto al lago de la capital.

La condena provocó el previsible eco condenatorio. Para Ming Yu Hah, de Amnistía Internacional, las sentencias son "el último ejemplo de la determinación de los militares por eliminar a toda la oposición y apagar las libertades" en Birmania. "Nadie puede engañarse. Desde el día del golpe, todos los cargos contra Aung San Suu Kyi y docenas de parlamentarios no han sido más que una excusa de la Junta para justificarse", abundó Charles Santiago, presidente del grupo de derechos humanos de la ASEAN. Esta organización, que agrupa a los gobiernos de la zona, no invitó a la cumbre de noviembre al general Min Aung Hlaing. Esa inédita decisión en la ASEAN con la que rompía su acrisolada tibieza llegó después de que Birmania ignorase olímpicamente los cinco puntos pactados para regresar a la senda democrática. Es dudoso que las declaraciones de la comunidad internacional y las amenazas de sanciones económicas tuerzan la voluntad de una Junta militar que ya sobrevivió durante medio siglo a espaldas del mundo.

Estados Unidos y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) habían protestado el domingo por la última y enésima matanza de las fuerzas de seguridad. Entre tres y cinco personas fallecieron ayer en Rangún cuando un vehículo militar embistió a los manifestantes contrarios a la Junta. Un comunicado militar reconocía la detención de 11 personas pero callaba las muertes denunciadas por testigos y prensa. Más de 1.200 personas han sido asesinadas y 10.000 han sido detenidas en los escasos 10 meses de gobierno militar, según la Asociación de Presos Políticos de Birmania.

Icono democrático

Suu Kyi, hija del héroe nacional que independizó el país de los ingleses, cambió su rutinaria vida de ama de casa por el activismo político durante las sangrientas protestas de 1988 contra el gobierno militar de Ne Win. Su victoria en las elecciones fue castigada con su primer arresto domiciliario y su leyenda como icono democrático no cesó de agrandarse durante sus 15 años de reclusión. 'La Dama' fue la imprescindible figura mediática, atractiva e inmaculada que necesita Occidente para prestar atención a las desgracias de su patio trasero, reivindicada por U2 en sus conciertos y ensalzada como inspiración por Hillary Clinton.

Suu Kyi se impuso de nuevo en las elecciones de 2015, las primeras en un cuarto de siglo, y se dispuso a pilotar una democracia debilitada por las servidumbres impuestas por los militares. Su tránsito del mito a la política fue devastador. Sigue idolatrada en su país pero su aura en el resto del mundo no ha resistido su falta de contundencia o de complicidad, según las fuentes, frente a las tropelías cometidas por el Ejército hacia la etnia musulmana rohingya.

Fuente: ElPeriodico.com

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