Al día de hoy conviven en todo el mundo más de 600 millones de adultos –o lo que es lo mismo, el 13% de la población global que ha alcanzado la mayoría de edad– con obesidad.
Una enfermedad cuya prevalencia se ha duplicado en poco más de tres décadas y que ya representa uno de los principales problemas de salud pública en todo el planeta.
No en vano, la obesidad se asocia a un mayor riesgo de desarrollo de enfermedades potencialmente mortales, caso de las cardiovasculares, la diabetes y el cáncer.
Investigadores del King’s College de Londres (Reino Unido) y del Colegio Imperial de Londres identificaron una proteína clave en el desarrollo de la obesidad, lo que podría posibilitar el diseño de tratamientos más eficaces para combatir la enfermedad.
Gavin Bewick, codirector de la investigación publicada en la revista "Nature Reviews Endocrinology" afirmó que la obesidad ya constituye en la actualidad uno de los problemas globales más serios que amenazan la salud humana.
"Sabemos que la inclusión en la dieta de carbohidratos no digeribles reduce el apetito y la ganancia de peso, pero por primera vez se demuestra el papel esencial que juega el receptor FFAR2 en la habilitación de componentes dietéticos específicos para reducir la ingesta de alimentos y proteger frente a la obesidad".
Ácidos grasos libres
El receptor de ácidos grasos libres 2 o ‘FFAR2’ juega un papel fundamental en el proceso.En el estudio, los autores utilizaron un modelo animal –ratones– al que alimentaron con una dieta rica en carbohidratos fermentables, o lo que es lo mismo, rica en fibra y lo que vieron es que los animales no ganaron peso y no desarrollaron obesidad.
Los investigadores repitieron el experimento con ratones genéticamente modificados para no expresar la proteína FFAR2 y en este caso, los resultados mostraron que los animales habían perdido toda protección frente a la obesidad. Y esto, ¿por qué ocurría? Pues porque comparados frente a sus homónimos ‘mutantes’, los ratones con el receptor FFAR2 mostraban un incremento de hasta un 130% del péptido YY (PYY), hormona que induce la sensación de saciedad a nivel intestinal.
Asimismo, tenían una densidad muy superior de células que contenían este PYY, lo que conllevó un incremento muy notable de su saciedad.
Fuente: ABC
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