Estados Unidos se acerca a convertirse en el mayor productor de petróleo del mundo, posición que tradicionalmente ostenta Arabia Saudita en disputa con Rusia.
Según las últimas previsiones de la Agencia Internacional de la Energía, la producción estadounidense alcanzará este año la cifra récord de 10 millones de barriles de crudo diarios.
Así, se calcula que la potencia norteamericana desbancará este año a Arabia Saudita de la posición de liderazgo que ostenta con un 13,5% de la producción mundial.
Su empuje, fomentado por el apoyo a las exportaciones del gobierno de Donald Trump.
Más allá del mercado del crudo, el avance estadounidense también tendrá repercusiones geopolíticas y económicas en diferentes áreas del planeta.
Mediante un análisis periodístico la BBC presentó cinco consecuencias derivadas de que EE.UU. se convierta en el mayor productor de petróleo del mundo:
1. El fin de la guerra de precios de Arabia Saudita y la OPEP
Para la gran petromonarquía del Golfo Pérsico, verse superada por su aliado pero también competidor EE.UU. supone la constatación de los daños colaterales de su tradicional política de control de precios.
Principal actor en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Riad la utilizó tradicionalmente para controlar los precios en el mercado aumentando o reduciendo la oferta a su conveniencia.
Pero en los últimos años, la aparición de técnicas como el fracturado hidráulico de la roca (fracking) y el incremento exponencial de la producción estadounidense restaron efectividad a esta estrategia.
Arabia Saudita intentó acabar con el sector del “fracking” estadounidense.
Antonio de la Cruz, presidente del centro de análisis Interamerican Trends de Washington, asegura en conversación con BBC Mundo que “la decisión de que Estados Unidos aumentara la producción en las regiones del fracking, en realidad la tomó la OPEP cuando apostó por mantener los precios en lugar de producir más”.
El reino saudita intentó en 2014 ahogar a los promotores del fracking en EE.UU. inundando el mercado de crudo.
Pretendía saturarlo y que los precios se desplomaran hasta que a las compañías afincadas en EE.UU. no les fuera rentable seguir explotando los campos de petróleo y gas shale (el obtenido mediante fracking).
2. Venezuela, con menos mercado y menos suministro en las calles
También en América Latina se dejarán sentir los efectos del nuevo panorama.
El gran gigante petrolero regional, Venezuela, verá todavía más castigada su maltrecha economía.
El analista De la Cruz cree que la ineficiencia y las carencias estructurales del sector petrolero venezolano lo harán totalmente incapaz de competir con los productores estadounidenses.
Mientras que la producción estadounidense se dispara como nunca desde la presidencia de Richard Nixon (1969-1974), la venezolana ha perdido 600.000 barriles diarios.
3. Posibles amenazas para el medio ambiente
Ha habido grupos ecologistas que han alertado de que la política de facilidades al fracking que sigue el gobierno de Donald Trump supone una amenaza para el medio ambiente.
El fin de las restricciones a las exportaciones y la autorización a la construcción de explotaciones en espacios protegidos como el Refugio Nacional para la Vida Salvaje de Alaska han hecho saltar las alarmas de los ambientalistas.
También temen que el nuevo panorama prolongue la vida de combustibles fósiles como el petróleo y desaliente la inversión en energías más limpias.
4. Más independencia para EE.UU. en Medio Oriente
Ahora que tiene su suministro de petróleo garantizado, Estados Unidos puede liberarse de su tradicional dependencia del abastecimiento de los focos exportadores del Medio Oriente.
Escenarios como el de la Crisis del Petróleo de 1973 o la Guerra del Golfo de 1990, en los que las turbulencias en esta región hicieron que los precios del crudo se dispararan, son impensables hoy día.
“Aunque EE.UU. sigue importando siete millones de barriles diarios, ya no tiene por qué temer un embargo petrolero“, explica De la Cruz.
5. Más fuerza para los países europeos frente a Rusia
El paso adelante del gigante estadounidense afecta también a Europa, una de las áreas tradicionalmente más dependientes de la energía que produce Rusia.
En el pasado, Moscú ha utilizado el suministro de energía como herramienta de presión.
En varias ocasiones interrumpió el suministro de gas a Ucrania y otros países del este europeo a pocas semanas del comienzo del invierno.
De la Cruz explica que Europa “ahora estará en una mejor posición negociadora frente a suministradores rusos como la compañía gasística Gazprom, ya que podrá esgrimir la baza de otro potencial proveedor”.
Fuente: BBC Mundo
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