El mexicano Daniel Stamatis se subió a un avión rumbo a China el 17 de enero sin saber que, solo una semana después, la ciudad en la que vive quedaría en cuarentena, con el transporte público suspendido, el aeropuerto cerrado y la obligación legal de no salir de ella.
Stamatis lleva siete años viviendo en el gigante asiático. Primero, en localidades más tradicionales y parecidas a la "China del taichí, lagos y lirios" que él se imaginaba antes de conocer el país. Luego, desde 2016, en Wuhan, una ciudad "contaminada" y "en construcción" que "en unos cinco o seis años será bonita", pero que hoy en día "deja mucho que desear".
Hasta hace pocas semanas, el nombre de Wuhan no evocaba mucho en el exterior. Tal vez no más que el de un lugar donde se hace escala cuando se viaja a algún país asiático.
Sin embargo, en estos días no deja de mencionarse en medios de comunicación de todo el mundo, donde ya es conocida como la urbe donde surgió un nuevo coronavirus que ya se cobrado más de 80 vidas y estropeado la celebración del Año Nuevo Lunar a cientos de ciudadanos.
La propagación del virus, del que aún se sabe poco, se "está acelerando", según admitió este sábado el presidente chino, Xi Jinping.
Para frenarla, las autoridades decretaron medidas para aislar a decenas de millones de personas en más de una decena de ciudades. Entre los afectados, está Daniel Stamatis.
"Hace como un mes, algunos compañeros publicaban en nuestros grupos de WeChat, una aplicación que es como el WhatsApp pero en chino: 'Usen máscaras', 'Hay que tener cuidado'. Para mí era una exageración porque ya sabes cómo es uno", recuerda Stamatis, que está haciendo un doctorado en arquitectura con bambú en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Huazhong.
0 comments:
Publicar un comentario