Tradiciones y rituales de toda índole se entremezclan en Ecuador a la hora de «llamar» a la prosperidad para el Año Nuevo: baños con aguas aromáticas, limpias con hierbas, caminar con dinero en el zapato para mejorar la economía, correr con maletas para atraer los viajes… y un largo y variado etcétera.
País donde gran parte de su población se declara católica, en Ecuador muchas familias se juntan en oración para pedir paz, prosperidad y bendiciones para el nuevo año.
Pero ello no impide que, creyentes o no, cumplan rituales mientras suenan las doce campanadas de la medianoche o durante los primeros minutos del nuevo año e, incluso, durante toda la primera jornada del recién estrenado calendario.
UVAS, «LLUVIA» DE DINERO Y GRANOS
Las prisas por cumplir tradiciones y rituales convierte en contorsionistas a más de uno que, mientras quema y salta el monigote que representa al Año Viejo, debe también comer las doce uvas y lanzar al aire monedas y granos (lentejas o maíz) para atraer la abundancia, como un símbolo de que «si así llueve, que no escampe».
Otros no acaban de dar el abrazo de Año Nuevo cuando, maleta en mano, corren alrededor de la cuadra para «llamar» a los viajes en los próximos 365 días.
Lista para cumplir con varios de los rituales, Sandra, una arquitecta de 57 años, recuerda la vez en que cumplió con todas la cábalas posibles y fue «una locura total».
«Estaba cenando y faltaban minutos para la llegada del nuevo año, me levante y dije: ‘Los veo el próximo año'», relata a Efe antes de agregar que ya en el patio empezó a comer uva por uva y «en el intervalo del atragantamiento de uvas, lanzaba las monedas…creo que eso hizo que no administre muy bien mis finanzas, pero me salvó el billete de mayor denominación guardado entre el pie y el zapato».
Con el pasaporte en la cartera, corrió con la maleta, y siguió pidiendo deseos. «¿Casualidad o coincidencia?, no lo sé, pero viajé a Europa, EE.UU. y Argentina», cuenta entre risas al recordar que después de haber cumplido esos y otros rituales regresó a casa a abrazar a sus padres, hermanos e hijos: «¡Claro! se reían de mí».
«Pero el siguiente año muchos de ellos, incluso mis hijos, hicieron algunas de estas cosas y también viajaron», dice.
BAÑOS ENERGÉTICOS Y OTRAS HIERBAS
Limpiar es un verbo que se conjuga con fervor en estas épocas.
Los más creyentes acuden a la iglesia a limpiar su corazón, asisten a misa el 1 de enero en busca de bendiciones y rocían sus hogares con agua bendita.
La promotora artística María Navarrete confiesa a Efe que está en «modo limpieza a fondo» desde hace algunos días, «sacando lo que no sirve» para recibir al año sin bloqueos.
Y si de sacar las malas energías se trata, varios mercados ofrecen atados de hierbas amargas (desde dos dólares) para barrer las casas desde adentro hacia afuera, y otros de ramas dulces para barrer luego de afuera hacia adentro, a fin de atraer lo bueno.
«La escoba de hierbas amargas (eucalipto, ruda, santa maría, marco y otras) sirve para limpiar todo lo que le ha ido mal en el año», explica a Efe la vendedora Patricia Tapia en su pequeño puesto de un mercado situado en una zona financiera del norte de Quito.
Sentada en una pequeña banca y rodeada de hierbas, cuenta que hay también quienes hacen hervir las ramas amargas para bañarse el 31 de diciembre y limpiar las malas energías.
El ritual se complementa el 1 de enero con el mismo procedimiento pero con las ramas dulces (hierba luisa, cedrón, lavanda, rosas), más canela y especias, para afianzar lo bueno.
«Pero todo esto se hace con fe en Dios, nada sin él», subraya Tapia, de 57 años, que vende las hierbas hace diez años, como lo hacen su abuela, madre y tías en otros mercados.
EL AMOR, CAPÍTULO APARTE
Hay quienes gustan de estrenar ropa nueva para iniciar el año, unos más encienden velas de varios colores, cada una con su intención: amarilla (prosperidad), verde (esperanza), blanca (paz), dorada (abundancia), azul (equilibrio) y roja (amor).
Quienes buscan el amor, tienen la foto de la persona amada cerca del corazón; novios y matrimonios se funden en besos y abrazos, mientras otros le ponen fe a la cábala de usar ropa interior roja para atraer el amor y amarilla para la riqueza.
Sentada en una rústica tienda levantada temporalmente en una acera, una mujer vende la mencionada ropa interior: «Esto es lo que más compran», dice a Efe al confesar que no cumple rituales ni tiene cábalas porque «lo único que sirve es trabajar». EFE