Quizá, de todas las partes del nuestro cuerpo, el cerebro sea una de las que más se resienta cuando no descansas. Esto es así porque el sueño permite que el cerebro depure las toxinas que acumula durante el día.
Cuando no descansa, las toxinas tienden a acumularse. De hecho, un ejemplo bastante claro es la enfermedad de Alzheimer. Los últimos estudios relacionaron esta patología con una tendencia a dormir poco, reseña el portal mejorconsalud.
La explicación es sencilla. En el Alzheimer se produce la acumulación de una proteína en el cerebro llamada beta-amiloide. Esta proteína, de manera normal, se elimina durante las fases profundas del sueño. No obstante, dormir mal no es el único factor de riesgo para desarrollar esta enfermedad.
Las personas que no descansan bien tienden a tener un menor nivel de concentración. Además, presentan mayor lentitud a la hora de pensar y menos rendimiento. Los recuerdos y los datos no se pueden retener correctamente.
¿Qué ocurre con el sistema inmunitario?
Cuando no descansa, su sistema inmunitario también puede verse afectado. No se conoce exactamente el mecanismo, pero el sueño estimula el sistema inmune. Por ello, cuando alguien no duerme bien es más susceptible a las enfermedades.
Lo más frecuente es que, cuando no descanse, sea más propenso a infecciones bacterianas o víricas. No obstante, parece que este hecho también podría aumentar el riesgo de desarrollar una enfermedad autoinmune.
El metabolismo también se ve afectado por la falta de descanso, en vista, de que se altera. Por otra parte, hay que tener en cuenta que el hecho de que no descansar lo hace sentir cansado e impide realizar ejercicio. Además, como si esto fuera poco, muchas personas aprovechan las horas de insomnio para picar alimentos y comer más de la cuenta.
Fuente: Globovisión / IM
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